En el corazón del Caribe, Haití se erige como un testigo resiliente de la adversidad humana y natural, una nación cuya historia está marcada por capítulos de desafío y desesperanza. Mientras las calles de Puerto Príncipe resuenan con los ecos de un pasado tumultuoso, la isla se enfrenta a un presente ensombrecido por la violencia de pandillas, la inestabilidad política, y el azote recurrente del cólera. En este escenario, cada amanecer trae consigo la incertidumbre de un día más en la lucha por la supervivencia, donde la esperanza de cambio se ve constantemente desafiada por la realidad de una crisis que parece no tener fin. Este relato no solo es un viaje a través de las vivencias de aquellos que llaman a Haití su hogar, sino también un llamado a la reflexión sobre el espíritu indomable de una nación que, a pesar de todo, se esfuerza por encontrar la luz en su laberinto de desafíos.


Imágenes DALL-E de OpenAI
La Crisis Perdurable de Haití: Entre Desastres Naturales y Turbulencia Política
Crisis en Haití: un país perdido en su laberinto. La violencia urbana y el control de las pandillas en Puerto Príncipe, la inestabilidad política y el resurgimiento del cólera son algunos de los problemas que aquejan a la isla. Mientras que una transición democrática es cada vez más difícil, los anuncios de una intervención militar internacional reviven las sombras de los episodios más oscuros de la historia del país.
Habitar en Puerto Príncipe es un acto constante por evadir a la muerte. La capital de Haití es uno de los lugares más peligrosos del hemisferio occidental. Visitamos las calles de Puerto Príncipe a través de los relatos de habitantes que padecen la violencia, el miedo y una amenaza de salud pública ante el rebrote de cólera registrado en octubre pasado.
Pocas personas hablan por miedo a las represalias de las bandas criminales que controlan la ciudad. “La vida es muy tensa en Puerto Príncipe. Levantarse. Salir solo si tienes que hacerlo, aunque tu familia te ruegue que no salgas o que tengas cuidado”, reconoce Rosy Auguste Ducena, habitante de Puerto Príncipe, abogada y responsable de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH) y una de las pocas personas que acepta hablar con medios.
Inconformismo, hartazgo y poca esperanza en los anuncios de cambio, e intervenciones internacionales, son algunos de los sentimientos más comunes de los habitantes de esta ciudad costera, que cada vez menos caminan por sus calles, por miedo a ser secuestrados, sufrir una violación o nunca regresar.
Marianne*, quien vive en la frontera con uno de los barrios más peligrosos de América Latina, Cite de Soleil, cuenta que más allá de las 17 horas no puede andar en la calle. Ella, quien vende fertilizantes químicos, tuvo que vender su negocio para pagar por la liberación de su pareja, secuestrado por Grand Ravine, una de las pandillas que controla parte de la ciudad. “Una mañana él salió hacia el hotel en el que trabajaba y no regresó. Fueron muchas noches sin él. Algún tiempo después me contactaron, tuve que reunir 500.000 gourdes (3.270 euros, aproximadamente) si quería volverlo a ver”.
Las crisis en Haití se suman incesantemente: el país caribeño no cuenta con un presidente elegido democráticamente desde el 2021, tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse y la posibilidad de una transición democrática, bajo la batuta del primer ministro Ariel Henry, es cada vez más lejana.
A pesar de la detención que este 21 de diciembre la Policía anunció de un exmilitar y un inspector de esa institución. Ya son 40 los detenidos la mayoría sin garantías procesales, entre ellos, 18 exmilitares colombianos acusados de hacer parte del comando que irrumpió en la residencia del mandatario. Sin embargo, poco se ha avanzado en esclarecer a los determinadores del magnicidio.
Un terremoto de magnitud 7,2, en agosto de 2021, y las réplicas posteriores que no solo derribaron algunas de las vetustas edificaciones y casas de Puerto Príncipe y Los Cayos; también terminaron con la vida de casi 3.000 personas y profundizaron, aún más, las grietas sociales de hambre, pobreza y violencia urbana.
A las catástrofes naturales y humanas que azotan a este enclave caribeño, el pasado mes de octubre del 2022, un brote de cólera volvió a golpear a un país declarado en “crisis humanitaria” por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas y en el que 4,7 millones de personas se encuentran en hambre extrema y cerca de 100.000 niños, de acuerdo con UNICEF, que padecen hambre aguda severa, son especialmente vulnerables a contraer esta enfermedad bacteriana y fallecer por esta causa.
Asimismo, el aumento de precios en los alimentos y combustibles parece encender aún más el descontento social. La variación de precios se acerca al 40% durante el mes de diciembre de 2022.
La violencia urbana campea por las calles de Puerto Príncipe, a mano de las seis alianzas entre pandillas que controlan la mayor parte de esta ciudad, cerca del 60% del territorio según la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH). “Hoy, en Haití, todos los indicadores están en rojo. El pueblo haitiano vive en una situación de negación de los derechos humanos, caracterizada por la violación sistemática de sus derechos a la vida, la seguridad y la integridad física y psicológica”, resalta Ducena.
Jimmy* ha intentado abandonar Haití en dos ocasiones: viajó en 2016 a Ecuador y empezó un periplo desde el sur del continente con destino a Estados Unidos. Sus planes se frustraron en México, en la región de Tapachula, tras perder hasta su pasaporte y terminar deportado. En una segunda ocasión, en junio de 2022, intentó tomar una embarcación, con destino a Puerto Rico, desde República Dominicana, y fue interceptado en el camino por las autoridades costeras. “Mi familia vive en Miami, yo quiero llegar hasta allá y empezar una nueva vida. He vivido en Puerto Príncipe toda mi vida, pero no creo poder aguantar más. Perdí la esperanza en que algo cambie”. Él hace parte de los más de 140 mil haitianos que han sido repatriados desde el país vecino, durante 2022.
Las pandillas, cada vez más poderosas. Tras el magnicidio del presidente Jovenel Moïse, en la madrugada del 7 de julio de 2021, la inestabilidad se acentuó y este ambiente ha sido propicio para que las bandas ocupen el espacio territorial que las instituciones no han podido mantener. Además, la participación de miembros de la Policía en delitos es cada vez más alta, como registra la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH). Por meses el acceso a la principal terminal petrolera del país, la de Varreux, y al principal palacio de justicia estuvo bloqueado por la presencia de tres alianzas de pandillas. Las pandillas, según registra InSight Crime, optaron por aliarse para ampliar su influencia territorial y su capacidad de negociación con unas instituciones cada vez más débiles.
Uno de los rostros más visibles del actuar de las pandillas y la impunidad que reina en la isla es Jean Simson Desanclos. Este habitante de Puerto Príncipe narró al programa los Observadores de France 24, en noviembre pasado, cómo perdió a su familia a mano de la violencia de la pandilla: tanto su esposa, como sus dos hijas de 28 y 24 años fueron asesinadas el 20 de agosto de 2022, por integrantes de la banda 400 Mawozo, en los límites de la ciudad, mientras se dirigían hacia una universidad: “Al llegar al lugar, la calle estaba totalmente desierta, sólo se podía ver la carcasa del auto, no encontré a nadie, fui a una funeraria para identificar los cuerpos. Los bandidos quisieron secuestrarlas, ellas se resistieron y los maleantes dispararon. Mi vida entera se esfumó, mi vida entera”.
Las sanciones anunciadas por el Departamento de Estado de Estados Unidos el 11 de noviembre de 2022, contra el presidente del Senado haitiano, Joseph Lambert, y el exsenador, Youri Latortue, por haber “contribuido activamente” con el tráfico de drogas que transita por este país, muestra una connivencia cada vez mayor entre las autoridades y las bandas. “También la ubicación territorial de las bandas en torno a Puerto Príncipe les permite aumentar su poder, ya que se sitúan en zonas estratégicas donde no es fácil la intervención policial.”, afirma el analista político Eddyson Damas.
Un fantasma recorre Haití. El fantasma de una intervención militar en Haití parece estar rondando las calles de Puerto Príncipe. Este 21 de diciembre, la vicesecretaria general de Naciones Unidas, Amina Mohammed, instó a los países “con capacidad” a considerar la petición del primer ministro Henry de una intervención en este país, a pesar de los resultados cuestionados que han tenido otras intervenciones.
En octubre de 2022, miles de habitantes de Puerto Príncipe salieron a las calles a exigir tanto la dimisión del primer ministro Ariel Henry, como a mostrar rechazo a su pedido de una intervención militar internacional. Buena parte de los haitianos percibe con desconfianza la llegada de tropas extranjeras, de la mano de un líder político de facto con escasa legitimidad.
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