En la travesía hacia la libertad personal, a menudo nos encontramos enredados en la ilusión de necesitar ser amados para sentirnos completos. Margaret Atwood nos desafía con una perspectiva reveladora: el deseo de ser amado podría ser la última cadena que nos ata, sugiriendo que la verdadera libertad surge al liberarnos de esta necesidad.
Este enfoque nos invita a reconsiderar cómo interactuamos con el amor y la aceptación. En lugar de buscar incansablemente la aprobación externa, ¿podríamos hallar una mayor plenitud y autenticidad cultivando un amor propio inquebrantable? Exploraremos cómo este cambio de paradigma podría no solo enriquecernos internamente, sino también transformar nuestras relaciones exteriores.
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Imágenes DALL-E de OpenAI
El deseo de ser amados: ¿la última ilusión del ego o la búsqueda de la plenitud?
Las palabras de Margaret Atwood, “El deseo de ser amado es la última ilusión. Déjalo ir y serás libre”, retumban con una profundidad que invita a la reflexión y al cuestionamiento. La autora canadiense nos coloca en la encrucijada de dos caminos: aferrarnos al anhelo de ser amados como fuente de libertad o liberarnos de él para encontrar una nueva forma de ser.
Explorando las raíces del deseo de ser amados
El deseo de ser amados es una realidad innegable en la experiencia humana. Desde temprana edad buscamos el afecto y la aprobación de nuestros padres, figuras de apego y seres queridos. Esta necesidad de conexión y validación externa se ve reforzada por las normas sociales y culturales que enfatizan la importancia del amor romántico, la aceptación social y el éxito personal.
Sin embargo, surge la pregunta: ¿es este deseo una necesidad natural inherente al ser humano o una construcción del ego? Desde una perspectiva psicoanalítica, el deseo de ser amados podría verse como una manifestación del ego, la parte de nuestra psique que busca la gratificación y el reconocimiento externo. El ego, en su afán por sobrevivir y prosperar, nos impulsa a buscar el amor de los demás como una forma de llenar vacíos internos y obtener seguridad emocional.
La ilusión del amor como fuente de libertad
Clingernos al deseo de ser amados puede convertirse en una peligrosa ilusión. Al buscar la validación externa, entregamos nuestro poder personal y nuestra libertad a la mirada y aprobación de los demás. Nos convertimos en seres dependientes de la atención y el afecto ajeno, lo que nos vuelve vulnerables a la manipulación, la decepción y el dolor.
Atwood nos invita a considerar que este apego al deseo de ser amados nos limita y nos ata a una búsqueda incesante de algo que siempre estará fuera de nuestro control. La libertad verdadera, según ella, reside en la liberación de esta ilusión.
Despertando al amor propio: el camino hacia la libertad
Abandonar el deseo de ser amados como fuente de libertad no significa negar la importancia del amor y las relaciones humanas. Por el contrario, se trata de transformar nuestra forma de relacionarnos con el amor y con nosotros mismos. Implica cultivar el amor propio, la aceptación incondicional de uno mismo, con virtudes y defectos.
Al fortalecer el amor propio, nos convertimos en seres más completos y seguros, menos dependientes de la validación externa. Desarrollamos la capacidad de amar a los demás de manera genuina y desinteresada, sin buscar nada a cambio. Las relaciones que construimos desde este lugar de amor propio son más sanas, duraderas y satisfactorias.
Descubriendo la plenitud en el ser, no en el parecer
El camino hacia la libertad a través del amor propio nos lleva a un estado de plenitud que no depende de las circunstancias externas. Descubrimos que la felicidad y la satisfacción no residen en la aprobación ajena, sino en la conexión con nuestro ser interior. Nos convertimos en autores de nuestra propia felicidad, capaces de encontrar la alegría y la realización en la esencia misma de quienes somos.
Más allá del amor romántico: ampliando la perspectiva
Si bien el amor romántico suele ocupar un lugar central en el discurso social sobre el amor, es importante ampliar la perspectiva y reconocer la diversidad de formas en que este sentimiento puede manifestarse. El amor fraternal, el amor platónico, el amor propio y el amor a la naturaleza son expresiones igualmente válidas y enriquecedoras del amor.
Al abrirnos a estas diferentes formas de amor, nos liberamos de la presión de encontrar la “pareja perfecta” o de depender de una relación romántica para ser felices. Descubrimos que el amor está presente en todas partes, esperando ser descubierto y cultivado en cada uno de nosotros.
El amor como fuerza transformadora
El amor, cuando se cultiva desde un lugar de autenticidad y libertad, tiene el poder de transformar nuestras vidas y el mundo que nos rodea. Nos inspira a ser mejores personas, a actuar con compasión y empatía, y a construir relaciones más sanas y duraderas. El amor nos impulsa a luchar por un mundo más justo, equitativo y sostenible.
Conclusión: un viaje hacia la libertad y la plenitud
Las palabras de Margaret Atwood nos ofrecen una invitación a un viaje de autodescubrimiento y transformación. Al soltar el deseo de ser amados como fuente de validación externa, emprendemos un camino hacia la libertad interior, el amor propio y la plenitud. Un camino que nos permite conectar con nuestra esencia más profunda y vivir una vida auténtica y significativa.
Para profundizar en el tema:
- El amor en tiempos de incertidumbre:
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