En la tenue frontera entre el conocimiento y la ignorancia, las sociedades construyen sus verdades con la misma fragilidad de un puente colgante. Cada dato, cada creencia, parece sostenerse no por su solidez, sino por el interés de quienes lo erigen. Este oportunismo, disfrazado de orden y coherencia, esconde una paradoja: para preservar la estabilidad, a menudo se sacrifica la verdad. Este fenómeno no solo moldea nuestras ideas, sino también los cimientos de las instituciones y el tejido cultural.


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Imágenes DALL-E de OpenAI 
«'Toda ignorancia, como todo conocimiento, tiende por lo tanto a ser oportunista'. Todo esfuerzo educacional encaminado a corregir las creencias distorsionadas en una sociedad, encuentra una fuerte resistencia. La gente está interesada en ocultar sus valoraciones y los conflictos de éstas o quiere cuando menos intentar preservar una apariencia de consistencia y orden en esa esfera» 

Gunnar Myrdal

El Oportunismo del Conocimiento y la Ignorancia: Un Análisis Crítico


La cita de Gunnar Myrdal destaca una verdad fundamental sobre la naturaleza del conocimiento y la ignorancia en las sociedades humanas: ambos son oportunistas, moldeados y utilizados de manera estratégica para servir a intereses individuales o colectivos. En este contexto, cualquier esfuerzo por desmantelar creencias distorsionadas o erróneas enfrenta una resistencia estructural y psicológica, enraizada en las dinámicas de poder, la identidad social y la necesidad de coherencia interna. Este fenómeno no solo es observable a nivel individual, sino que también está profundamente incrustado en las instituciones, las narrativas culturales y las estructuras políticas.

El oportunismo del conocimiento y la ignorancia no es una mera casualidad; es una estrategia que refleja las prioridades y los valores de quienes la emplean. Las personas y las sociedades buscan preservar una imagen de consistencia y orden, incluso cuando ello implica distorsionar o ignorar verdades inconvenientes. Este ensayo explora las dimensiones psicológicas, sociales y políticas de este fenómeno, recurriendo a estudios recientes, ejemplos históricos y análisis teóricos para desentrañar sus complejidades.

En primer lugar, es esencial comprender la resistencia psicológica al cambio de creencias. Según los psicólogos cognitivos, las personas tienden a interpretar la información de manera que confirme sus creencias preexistentes, un fenómeno conocido como sesgo de confirmación. En un experimento realizado por Lord, Ross y Lepper (1979), se demostró que las personas expuestas a la misma evidencia sobre la pena de muerte interpretaron los datos de maneras opuestas según sus creencias previas, reforzando sus opiniones en lugar de cuestionarlas. Este proceso, profundamente emocional, está ligado a la identidad personal y grupal. Reconocer la falsedad de una creencia puede percibirse como una amenaza a la estabilidad psicológica, lo que explica la resistencia al cambio incluso frente a evidencias abrumadoras.

En el ámbito social, el conocimiento y la ignorancia son herramientas de poder. Michel Foucault argumentó que el conocimiento no es simplemente un reflejo de la verdad, sino una construcción que sirve a los intereses de quienes están en posiciones dominantes. Las élites políticas y económicas han utilizado históricamente el control del conocimiento para legitimar su autoridad y perpetuar desigualdades. En este sentido, la ignorancia no es una ausencia de conocimiento, sino un producto deliberado. Por ejemplo, la industria tabacalera en el siglo XX invirtió millones de dólares en campañas para generar duda sobre los efectos nocivos del tabaco, explotando la ignorancia como una forma de resistencia frente a las regulaciones sanitarias. Este caso ilustra cómo la ignorancia puede ser manufacturada y utilizada estratégicamente para resistir cambios que amenazan intereses establecidos.

Además, en el contexto político, el oportunismo de la ignorancia es particularmente evidente en el manejo de las narrativas nacionales y la memoria histórica. En muchos países, la educación pública presenta versiones simplificadas o distorsionadas de la historia nacional que omiten o minimizan episodios de injusticia. Esta construcción selectiva de la memoria colectiva busca preservar una identidad nacional coherente y positiva, pero a menudo lo hace a expensas de la verdad y la justicia. Un ejemplo notable es la negación o minimización de los crímenes coloniales en los currículos escolares de varias potencias europeas. Este silenciamiento deliberado perpetúa un ciclo de ignorancia que dificulta los esfuerzos por confrontar el legado del colonialismo y sus consecuencias contemporáneas.

En términos educativos, los esfuerzos para combatir la ignorancia enfrentan obstáculos sistémicos. Las instituciones educativas no son entes neutrales; están influenciadas por dinámicas políticas, económicas y culturales que moldean sus prioridades y contenidos. En muchos casos, los intentos de incluir perspectivas críticas o marginalizadas en los planes de estudio son recibidos con resistencia por parte de sectores conservadores que temen una “erosión” de los valores tradicionales. Esta resistencia refleja no solo un rechazo al contenido específico, sino un esfuerzo más amplio por mantener una narrativa estable y ordenada que refuerce el status quo.

Sin embargo, la resistencia al cambio no es insuperable. Existen movimientos sociales y académicos que han desafiado con éxito creencias distorsionadas y estructuras de ignorancia, aunque no sin enfrentar obstáculos significativos. La lucha por los derechos civiles en Estados Unidos es un ejemplo paradigmático. Activistas y académicos como Martin Luther King Jr. y Angela Davis no solo desafiaron las creencias racistas predominantes, sino que también expusieron las contradicciones internas de una sociedad que proclamaba igualdad mientras practicaba la segregación. Estos movimientos mostraron que el cambio es posible, pero requiere una combinación de acción colectiva, educación crítica y una disposición a enfrentar la resistencia.

Finalmente, es crucial reflexionar sobre el papel de la tecnología en el oportunismo del conocimiento y la ignorancia en la era contemporánea. Mientras que Internet y las redes sociales han democratizado el acceso a la información, también han facilitado la propagación de desinformación y teorías conspirativas. El fenómeno de las “cámaras de eco” exacerba el sesgo de confirmación, permitiendo a las personas reforzar sus creencias preexistentes sin exponerse a perspectivas alternativas. Este contexto plantea desafíos adicionales para los esfuerzos educativos y plantea preguntas urgentes sobre cómo fomentar el pensamiento crítico en un entorno saturado de información.

En última instancia, la frase de Myrdal nos invita a confrontar no solo las dinámicas del conocimiento y la ignorancia, sino también nuestras propias complicidades en su perpetuación. El conocimiento es una herramienta poderosa, pero su impacto depende de cómo se utiliza. La ignorancia, por su parte, no es simplemente un defecto a corregir, sino un fenómeno complejo que refleja las tensiones y contradicciones de las sociedades humanas.

Abordar estos desafíos requiere un compromiso colectivo con la verdad, la justicia y la educación crítica, así como una disposición a enfrentar las resistencias que inevitablemente surgirán en el camino.


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