En la historia de la filosofía, pocos debates han sido tan decisivos como el enfrentamiento entre René Descartes y David Hume. En un rincón, Descartes, defensor de la razón pura, afirma que el conocimiento se encuentra en las certezas lógicas. En el otro, Hume, el empirista radical, sostiene que solo la experiencia sensorial puede guiarnos hacia la verdad. Esta batalla de ideas sigue siendo fundamental para entender cómo percibimos el mundo y cómo buscamos comprenderlo.


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Descartes vs. David Hume: Racionalismo contra Empirismo


El debate entre el racionalismo y el empirismo constituye uno de los pilares fundamentales de la filosofía moderna, y en él destacan dos figuras centrales: René Descartes y David Hume. Aunque ambos pensadores buscaban comprender la naturaleza del conocimiento y la verdad, sus enfoques y conclusiones divergen de manera significativa. Descartes, representante del racionalismo, abogaba por la primacía de la razón como fuente de conocimiento, mientras que Hume, exponente del empirismo, sostenía que todo conocimiento deriva de la experiencia sensorial.

René Descartes, considerado el padre de la filosofía moderna, estableció las bases del racionalismo a través de su método de la duda metódica. En su obra Meditaciones Metafísicas, Descartes buscaba alcanzar certezas absolutas mediante la eliminación de todo aquello que pudiera ser puesto en duda. Su famosa frase Cogito, ergo sum (“Pienso, luego existo”) resume su enfoque: a partir de la duda radical, Descartes llegó a la conclusión de que la única certeza indubitable es la existencia del propio sujeto que piensa. Para Descartes, la razón es la herramienta fundamental para acceder a verdades universales y necesarias, independientes de la experiencia sensorial. Su confianza en la razón pura lo llevó a postular la existencia de ideas innatas, que considera como principios evidentes y universales que la mente posee de manera natural, como la idea de Dios o las verdades matemáticas.

En contraste, David Hume, uno de los máximos exponentes del empirismo británico, rechazó la noción de ideas innatas y cuestionó la capacidad de la razón para alcanzar certezas absolutas. En su obra Tratado de la Naturaleza Humana, Hume argumentó que todo conocimiento proviene de la experiencia, específicamente de las impresiones sensoriales y las ideas que derivan de ellas. Para Hume, la mente es una tabula rasa al nacer, y todas las ideas complejas se construyen a partir de impresiones simples. Este enfoque lo llevó a desconfiar de la razón como fuente de conocimiento, ya que, según él, no podemos estar seguros de que nuestras ideas correspondan a una realidad objetiva. Hume sostuvo que incluso conceptos como la causalidad, que parecen universales, son en realidad hábitos de la mente basados en la repetición de experiencias, no en principios racionales.

La diferencia entre ambos pensadores se hace evidente en su concepción de la verdad y el conocimiento. Descartes buscaba fundamentar el conocimiento en principios indubitables, utilizando la razón como guía para descubrir verdades universales. Su método deductivo, inspirado en las matemáticas, le permitió construir un sistema filosófico basado en la certeza y la claridad de las ideas. En cambio, Hume adoptó un enfoque más escéptico, argumentando que no podemos conocer nada más allá de nuestras impresiones sensoriales. Para Hume, la verdad no es algo absoluto, sino una construcción basada en la experiencia y la probabilidad. Este escepticismo moderado lo llevó a cuestionar incluso la existencia del yo como una entidad sustancial, reduciéndolo a una colección de percepciones.

Otra diferencia crucial entre Descartes y Hume radica en su tratamiento de la metafísica. Descartes, a pesar de su método de la duda, no renunció a la posibilidad de conocer realidades trascendentes, como Dios o el alma. De hecho, consideraba que la existencia de Dios era una verdad demostrable mediante la razón, y que garantizaba la fiabilidad de nuestras facultades cognitivas. Hume, por su parte, adoptó una postura más crítica hacia la metafísica, argumentando que muchas de sus preguntas carecen de sentido porque no pueden ser respondidas mediante la experiencia. Para Hume, las discusiones metafísicas sobre la naturaleza de Dios, el alma o la sustancia son especulaciones vacías que no pueden ser verificadas empíricamente.

En el ámbito de la ética, las diferencias entre ambos pensadores también son notables. Descartes, aunque no desarrolló un sistema ético completo, consideraba que la razón era la guía principal para la acción moral. En su obra El Discurso del Método, propuso una moral provisional basada en principios racionales, como seguir las leyes y costumbres de su país mientras buscaba certezas más firmes. Hume, en cambio, argumentó que la moral no se basa en la razón, sino en los sentimientos y las pasiones. En su obra Investigación sobre los Principios de la Moral, Hume sostuvo que los juicios morales surgen de sentimientos de aprobación o desaprobación, y que la razón solo juega un papel instrumental al servicio de las emociones.

Las implicaciones de estas diferencias filosóficas son profundas y han influido en el desarrollo posterior de la filosofía. El racionalismo de Descartes sentó las bases para el idealismo moderno y el énfasis en la subjetividad, mientras que el empirismo de Hume influyó en el desarrollo del positivismo y la filosofía analítica. Además, el escepticismo humeano planteó desafíos fundamentales para la epistemología, cuestionando la posibilidad de un conocimiento seguro y objetivo. Estas tensiones entre racionalismo y empirismo continúan siendo relevantes en debates contemporáneos sobre la naturaleza del conocimiento, la ciencia y la ética.

En suma, el contraste entre Descartes y Hume refleja dos visiones opuestas pero complementarias de la filosofía. Mientras Descartes buscaba certezas absolutas a través de la razón y la duda metódica, Hume aceptaba la incertidumbre y la contingencia del conocimiento basado en la experiencia. Sus enfoques divergentes no solo enriquecieron el pensamiento filosófico de su época, sino que también establecieron las bases para discusiones que siguen vigentes en la actualidad.

La tensión entre racionalismo y empirismo sigue siendo un eje central en la búsqueda del conocimiento y la verdad, y las ideas de Descartes y Hume continúan inspirando a filósofos y pensadores en su exploración de los límites de la razón y la experiencia.


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