En el vasto mundo del pensamiento económico, pocas voces resuenan con tanta claridad y contundencia como la de Murray Rothbard. Su enfoque radical sobre la ciencia económica, libre de juicios éticos, desafía no solo los pilares de la economía tradicional, sino también la manera en que entendemos la interacción entre el Estado y los individuos. Rothbard nos invita a repensar el rol de la economía, el poder del gobierno y, sobre todo, la naturaleza misma de la libertad humana. Su crítica al intervencionismo es tanto una reflexión profunda sobre la moral como una llamada a redibujar los límites entre la ciencia y la ética.


Imágenes CANVA Al 
"Uno de los problemas filosóficos más importantes de los últimos siglos es si la ética constituye una disciplina racional o un conjunto puramente arbitrario y no científico de escalas personales de valor.  Cualquiera que sea la posición que se tome en este debate, pienso que habrá consenso general en cuanto a que la ciencia económica -o praxeología- no puede establecer por sí misma una doctrina ética o político-social. La ciencia económica es per se una ciencia wertfrei (imparcial), que no emite juicios éticos. No obstante, en tanto que los economistas generalmente estarán de acuerdo con esta manifestación lisa y llana, es curioso que hayan dedicado tanta energía a tratar de justificar -de alguna manera tortuosa, presumiblemente científica y wertfrei- diversas actividades y gastos del gobierno. La consecuencia es una vasta introducción subrepticia de juicios éticos, no analizados ni defendidos, dentro de un sistema económico supuestamente científico". 

Rothbart, Murray, El hombre, la economía y el estado.

Murray Rothbard y la Praxeología: Un Análisis Crítico de la Ciencia Económica y sus Implicaciones Éticas


El 2 de marzo de 1926, nacía en Nueva York un pensador que marcaría una profunda huella en la teoría económica y filosófica contemporánea: Murray Rothbard. Con su obra, El hombre, la economía y el estado, Rothbard no solo contribuyó al campo de la economía, sino que también planteó una cuestión fundamental sobre la naturaleza de la ética y su relación con las ciencias sociales. En su reflexión, Rothbard aborda uno de los problemas filosóficos más persistentes de los últimos siglos: la pregunta de si la ética constituye una disciplina racional o un conjunto arbitrario de valores personales. Esta cuestión se inserta en un contexto donde las ciencias económicas, y más específicamente la praxeología, desempeñan un papel crucial, pero deben permanecer al margen de la formulación de juicios éticos. Sin embargo, como nos muestra Rothbard, la realidad de las prácticas económicas y políticas revela un juego complejo de valores que, aunque velados, influyen de manera profunda en la estructura y justificación del orden social.

Rothbard parte de un análisis esencial: la ciencia económica, en su forma más pura, es una disciplina “wertfrei”, es decir, imparcial. Esto significa que la praxeología, que él defiende como el estudio de las acciones humanas, no emite juicios éticos por sí misma. La praxeología es la ciencia que describe y analiza las decisiones individuales y colectivas de los seres humanos desde una perspectiva de causa y efecto, sin involucrar valoraciones morales. Esto hace que la economía, como ciencia, esté separada de la política y la ética. La distinción entre lo que es y lo que debe ser es un principio fundamental en la obra de Rothbard, y su crítica se dirige precisamente a aquellos economistas que intentan justificar diversas políticas públicas y gastos del gobierno bajo una falsa pretensión de “objetividad científica”.

Este fenómeno, observado en diversas ramas de la ciencia económica, lleva a la introducción subrepticia de juicios éticos que no son examinados ni defendidos adecuadamente. En lugar de limitarse a la descripción de los hechos y las relaciones de causa-efecto, muchos economistas han sucumbido a la tentación de justificar acciones políticas y económicas que, en el fondo, responden a valores personales o éticos no explícitos. La tendencia a validar la intervención del Estado o el gasto público como algo “necesario” o “científicamente justificado” revela una contradicción profunda: los economistas pretenden presentar decisiones políticas de corte ético como si fueran descubrimientos científicos. Esta introducción de valores éticos en la ciencia económica no solo distorsiona la función de la economía como ciencia, sino que también socava la objetividad y la imparcialidad que Rothbard sostiene como características inherentes a la praxeología.

Rothbard también identifica una serie de fallos en la forma en que se conceptualiza la relación entre la economía y el Estado. A lo largo de la historia del pensamiento económico, muchos economistas han cedido a la presión de justificar la existencia del gobierno y sus intervenciones económicas. Sin embargo, Rothbard argumenta que la praxeología no puede justificar ninguna forma de intervención estatal. La ciencia económica, como la entiende Rothbard, debe centrarse en las leyes universales que rigen las acciones humanas, leyes que se aplican tanto al individuo como al Estado, sin introducir valores éticos que justifiquen la coerción o la imposición de una visión particular de la justicia social. De acuerdo con su perspectiva, el análisis económico no debe ser utilizado como un medio para justificar un aparato político que recurre a la fuerza para implementar políticas públicas. Esta postura de Rothbard se inscribe dentro de una crítica más amplia al colectivismo y al intervencionismo estatal, que él considera moralmente indefendibles desde una perspectiva libertaria.

Es en este contexto que Rothbard plantea una importante distinción entre la ciencia económica y la ética. Para él, la ciencia económica debe mantenerse libre de juicios éticos, ya que estos corresponden a una esfera diferente de la reflexión humana: la ética, que está vinculada a las creencias y valores personales. En este sentido, la ciencia económica y la ética no se entrelazan de manera directa; sin embargo, es indiscutible que las decisiones económicas siempre están cargadas de implicaciones éticas. Al igual que cualquier acción humana, las elecciones económicas no son neutras, sino que reflejan las preferencias, valores y principios que guían la vida de las personas y las sociedades. La ausencia de una reflexión ética explícita en la ciencia económica no implica que las prácticas económicas sean desprovistas de ética, sino que los economistas a menudo pasan por alto o eluden la dimensión ética de las decisiones que promueven.

Un ejemplo claro de esta tensión se encuentra en la justificación del gasto público. Los economistas a menudo argumentan que el gasto del gobierno es necesario para corregir fallos del mercado o para promover el bienestar social. Sin embargo, Rothbard sostiene que tal justificación está basada en suposiciones no científicas que imponen una visión moral particular sobre el conjunto de la sociedad. La intervención estatal, en su concepción, no solo es moralmente cuestionable, sino que es innecesaria desde un punto de vista económico. El mercado libre, entendido como el resultado de las decisiones voluntarias e individuales de los actores sociales, ofrece una solución más eficaz y moralmente superior a los problemas que los economistas tradicionalmente atribuyen al “fallo” del mercado.

Este análisis de Rothbard también tiene profundas implicaciones para la concepción del Estado y su papel en la sociedad. La crítica de Rothbard al Estado no es simplemente económica, sino también filosófica y ética. El Estado, como lo define Rothbard, es una institución basada en la coerción, en la imposición de un orden social que no surge de un acuerdo voluntario entre individuos. Por lo tanto, cualquier intento de justificar la intervención del Estado en la economía a partir de argumentos científicos o económicos es, en última instancia, una forma de desvirtuar la naturaleza del Estado y de la economía misma. Rothbard rechaza la idea de que el Estado pueda ser una fuerza positiva para la humanidad; en lugar de ello, lo ve como una institución que distorsiona y corrompe las relaciones humanas, imponiendo estructuras jerárquicas y coercitivas que interfieren en la libertad individual.

Lo que Rothbard señala es, en última instancia, una crítica radical a la forma en que las ciencias sociales han tratado de aplicar principios científicos a áreas de la vida humana que son inherentemente subjetivas y éticamente cargadas. En lugar de buscar justificar la intervención del Estado o la imposición de valores colectivos, Rothbard nos invita a reconocer que la ciencia económica, en su forma praxeológica, debe mantenerse separada de los juicios éticos. La economía es una ciencia que describe las leyes de la acción humana, no una disciplina que pueda establecer qué es moralmente correcto o incorrecto.

Sin embargo, el reto al que nos enfrentamos es el de reconocer que las decisiones económicas, tanto a nivel individual como colectivo, están siempre impregnadas de valores éticos, y que ignorar esta dimensión ética es no solo un error intelectual, sino también un peligro para la libertad y la justicia social.


#MurrayRothbard
#Praxeología
#CienciaEconómica
#ÉticaYEconomía
#Libertarianismo
#IntervenciónEstatal
#EconomíaLibertaria
#EstadoYEconomía
#FilosofíaEconómica
#GastoPúblico
#MercadoLibre
#EconomíaYÉtica


Descubre más desde REVISTA LITERARIA EL CANDELABRO

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.