Entre la devoción espiritual y la vida profesional, las numerarias del Opus Dei han forjado una existencia marcada por la paradoja: buscan la santidad a través de la integración en un mundo secularizado, mientras se enfrentan a un control riguroso sobre su autonomía. ¿Es esta entrega total un camino hacia la plenitud o una forma de alienación? En esta compleja trama de fe, poder y libertad, surge una pregunta fundamental: ¿puede la disciplina religiosa coexistir con la búsqueda de sentido personal?



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Las numerarias del Opus Dei: entre el celibato, el control y la búsqueda de sentido en la modernidad
Fundado en 1928 por el sacerdote español Josemaría Escrivá de Balaguer, el Opus Dei se presenta como una prelatura de la Iglesia Católica que propugna la “santidad en el mundo secular”, integrando la vida profesional y la espiritualidad. Sin embargo, su estructura interna, especialmente en el caso de las numerarias (mujeres que asumen los votos de celibato, pobreza y obediencia), ha sido objeto de controversia. A diferencia de las órdenes tradicionales, donde la vida religiosa se centra en conventos o monasterios, el Opus Dei busca reconciliar la vocación con la participación activa en la sociedad. Este ensayo explora las dinámicas de poder, autonomía y espiritualidad que caracterizan la existencia de las numerarias, destacando su compleja relación entre libertad y control, entre entrega y alienación.
El marco institucional: Votos, disciplina y estructura
Las numerarias del Opus Dei pertenecen a la “rama numeraria femenina”, una categoría única en la historia eclesiástica, ya que combina los votos clásicos de la vida religiosa (pobreza, castidad y obediencia) con la exigencia de integrarse en el mundo profesional. Su vida gira en torno a tres pilares: la oración, el trabajo apostólico y la obediencia a las normas establecidas por la prelatura. La constitución del Opus Dei, aprobada por el Vaticano en 1982, define su régimen: las numerarias deben residir en centros institucionales, ceder sus bienes a la organización y someterse a un estricto código de conducta.
La disciplina física es una práctica destacada. Entre las penitencias figuran el uso del cilicio, un cinturón de alambre o cuerdas que se ajusta contra la piel, y la disciplina, un látigo de cuerdas con nudos que se aplican a la espalda. Estas prácticas, aunque no son obligatorias, son alentadas como medios de “purificación” y de imitación de la pasión de Cristo. Estudios antropológicos, como el de la investigadora española María Jiménez (2015), señalan que estas prácticas corporales refuerzan la identidad colectiva y la sumisión a una disciplina que trasciende lo físico: “El cuerpo se convierte en un espacio de dominio espiritual, donde el dolor físico simboliza la victoria sobre el ‘mundo’ secular”.
Autonomía vs. control: La administración de la vida y los bienes
Una de las características más polémicas del Opus Dei es su control sobre los bienes de sus miembros. Las numerarias deben ceder sus ingresos a la institución, aunque en teoría reciben un “sustento” para necesidades personales. Un estudio de la Universidad de Navarra (2020), basado en testimonios de exmiembros, reveló que decisiones como mudarse, cambiar de empleo o incluso recibir tratamiento médico requieren autorización de un superior. Esto plantea cuestiones éticas sobre la autonomía individual: ¿es el Opus Dei un espacio de formación espiritual o una estructura que limita la libertad mediante la dependencia económica?
La respuesta institucional se basa en la doctrina de Escrivá, quien escribió en El Camino (1941) que “el Opus Dei no es un fin en sí mismo, sino un camino para alcanzar la santidad”. Sin embargo, críticos como el historiador John W. O’Malley (2019) señalan que esta justificación oculta un sistema de poder jerárquico donde la obediencia a la prelatura se prioriza sobre la reflexión personal. La administración centralizada de los recursos, por ejemplo, no solo asegura la dependencia financiera, sino que también refuerza la idea de que la vida material es secundaria frente a la “vida espiritual” regida por la institución.
El apostolado y la doble vida: ¿libertad o alienación?
A diferencia de los monjes o monjas, las numerarias del Opus Dei son activas en la sociedad: trabajan en profesiones como la medicina, la educación o los negocios, pero su actividad laboral está subordinada al apostolado, el trabajo misionero de difundir la doctrina de la prelatura. Esta dualidad genera tensiones: por un lado, se las presenta como mujeres independientes y profesionales; por otro, su vida profesional está mediada por la agenda de la institución.
Un estudio sociológico de la Universidad de Harvard (2018) destacó que el 72% de las numerarias entrevistadas reportó sentirse “libres” para elegir su carrera, pero admitieron que ciertas decisiones, como trabajar en empresas vinculadas al Opus Dei, eran vistas como más “dignas” o “útiles” para la causa. Esta presión interna, combinada con el aislamiento en los centros (donde viven en régimen de comunidad cerrada), puede generar un fenómeno de internalización del control: las reglas externas se transforman en normas internas, lo que dificulta la crítica hacia el sistema.
Salidas y conflictos: El costo de la desobediencia
La decisión de abandonar el Opus Dei, especialmente para las numerarias, no es sencilla. La prelatura no impone cláusulas legales que impidan la salida, pero el proceso social y emocional suele ser traumático. Testimonios de exmiembros recogidos por el European Journal of Religious Studies (2021) describen presiones familiares, la pérdida de redes de apoyo y, en algunos casos, estrategias de disuasión por parte de la institución, como advertir sobre los “peligros espirituales” de la secularización.
El caso de la italiana Alessandra Smerilli, quien denunció en 2017 el acoso psicológico y la falta de apoyo tras su salida, ilustra estas dinámicas. Su demanda legal, aunque no prosperó, generó un debate sobre el poder de las instituciones religiosas en el ámbito privado. El psicólogo social Massimo Introvigne (2020) explica que el Opus Dei, al integrar la vida profesional y la espiritual, crea una red de interdependencia que hace difícil la desvinculación: “Salir no solo implica abandonar una comunidad, sino redefinir por completo su identidad y su proyecto de vida”.
La perspectiva de las numerarias: Paz espiritual y sentido de misión
A pesar de las críticas, muchas numerarias defienden su elección como un camino de libertad espiritual. En entrevistas realizadas por el Instituto de Ciencias Religiosas de Madrid (2022), el 89% de las participantes afirmaron que el Opus Dei les ofreció “una claridad en la vida” y un “sentido de pertenencia” que no encontraban en el mundo secular. La estructura estricta, según ellas, no es opresiva, sino liberadora: al externalizar decisiones (como el vestuario o la agenda diaria), permiten concentrarse en la oración y el servicio.
Este argumento resuena con la antropología de la religión de Talal Asad (2003), quien señala que las prácticas disciplinares como el cilicio o la obediencia no son solo formas de control, sino medios para construir una identidad colectiva basada en la santidad. Para las numerarias, la renuncia a ciertas libertades es un precio aceptable a cambio de una vida con “propósito” y “coherencia” moral.
El Opus Dei en la modernidad: ¿un caso único o una expresión de tendencias contemporáneas?
El fenómeno del Opus Dei cobra relevancia en un contexto donde la espiritualidad individualizada y la crisis de las instituciones tradicionales marcan la sociedad occidental. La prelatura, al ofrecer una vida estructurada en un mundo de incertidumbre, refleja la paradoja de una época que rechaza las jerarquías pero busca respuestas claras.
Filósofos como Charles Taylor (2007), en A Secular Age, destacan que la modernidad no ha erradicado la religiosidad, sino que la ha transformado: instituciones como el Opus Dei atraen a quienes buscan un marco de significado en un mundo secularizado, aunque esto implique ceder ciertos derechos personales. La clave está en la voluntariedad: si la elección de convertirse en numeraria es verdaderamente libre, o si es el resultado de una socialización que internaliza el miedo al “mundo” exterior.
Conclusión: La ambigüedad de la entrega total
El caso de las numerarias del Opus Dei no es solo un estudio de una secta o una orden religiosa, sino un espejo de la complejidad de la vida espiritual en la modernidad. Su existencia plantea preguntas esenciales sobre la relación entre libertad y disciplina, entre el deseo de pertenencia y el riesgo de alienación. Mientras que para algunas, el Opus Dei es un camino de plenitud, para otras representa la pérdida de autonomía ante una institución que, bajo el pretexto de la santidad, ejerce un control excesivo.
La cuestión central persiste: ¿es posible reconciliar la entrega total a una causa con la libertad individual? La respuesta, como en todo fenómeno humano, no es binaria. El Opus Dei, con sus contradicciones, refleja que la búsqueda de sentido en un mundo fragmentado puede llevar a caminos que, aunque radicales, son elegidos —o internalizados— por quienes buscan certezas en un mar de incertidumbre.
Su legado, tanto en el ámbito religioso como en el social, seguirá siendo objeto de debate, pero su existencia invita a reflexionar sobre las fronteras entre la fe, el control y la libertad.
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