Entre el ruido ensordecedor de la industria musical actual, donde las fórmulas vacías se imponen sobre la emoción, emerge una urgencia silenciosa: recuperar la poesía en la música. La letra ha sido relegada a simple adorno, olvidando su poder transformador, su capacidad de tocar el alma y sanar el espíritu. ¿Qué perdemos cuando la música deja de decir algo verdadero? ¿Hasta cuándo soportaremos un arte sin belleza ni verdad?
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Imágenes realizadas con IA, por ChatGPT para el Candelabro.
Dónde ha quedado el nivel de las letras en castellano?” Parece que todo el mundo se dedica a escribir idioteces, con palabras vulgares… Yo siempre he cuidado cada palabra. A veces siento que la calidad no vende y odio ese sentido determinante porque la música buena cura a la gente, le hace bien a la gente. ¿Porque la gente tiene que soportar esa música horrible por la radio? La música es otra cosa.. la lírica es.. es como Piazzolla, donde… yo recuerdo sus conciertos y era algo maravilloso, no había ni un truco, todo era melodía, una melodía bellísima… cada nota que el tocaba era una hermosura. Eso para mí es música… La gente necesita la música, curarse con algo feliz, que se eleve por encima de la miseria humana. La música es eso, ese es el anhelo de la poesía y la lírica. La letra de una canción, ¡tiene que ser hermosa! Decir algo que llegue al alma de la gente, que llegue a su corazón y le saque la mierda de dentro. Ese es mi intento.
Luis Alberto Spinetta.
La lírica como antídoto: Spinetta, la música y la decadencia de las letras
En una época donde la música popular en español parece reducirse a eslóganes vacíos y fórmulas repetitivas, la voz de Luis Alberto Spinetta emerge como un reclamo de belleza, profundidad y sentido. Sus palabras denuncian con pasión la vulgarización de las letras y reivindican una dimensión espiritual de la lírica musical. En su visión, la música no es solo entretenimiento: es un arte que sana, que eleva, que limpia. La letra, en su estructura poética, debe decir algo que llegue al alma y al corazón.
En este contexto de saturación sonora, Spinetta señala un problema crucial: la banalización del lenguaje. Cuando la mayoría de las canciones que suenan en la radio recurren a frases vulgares y estructuras pobres, el oyente queda expuesto a un imaginario empobrecido. El lenguaje configura nuestra percepción del mundo, y cuando se degrada, también lo hace nuestra capacidad de sentir, de pensar y de conectar. En ese sentido, la calidad no es un lujo elitista, sino una necesidad humana.
Spinetta no se refiere solo a la técnica ni al virtuosismo. Habla de la belleza como necesidad emocional. La belleza en la música, como en la poesía, implica un compromiso ético con la sensibilidad del otro. Exige cuidado, respeto por el oyente, y una vocación artística que rehúya el facilismo. La música, en sus mejores expresiones, es un acto de generosidad: ofrece mundos posibles, consuela, despierta la imaginación y permite habitar la complejidad sin miedo.
Desde su perspectiva, la lírica debe ser poesía, no mero relleno. Cada palabra cuenta, cada verso importa. La canción no puede ser solo un pretexto para el ritmo; debe tener una densidad lírica que acompañe la melodía y la intensifique. Por eso cita a Astor Piazzolla, no solo como ejemplo de musicalidad sublime, sino como paradigma de integridad artística. En Piazzolla, cada nota tiene sentido, cada silencio es respiración, y cada acorde, una emoción construida con esmero.
Frente al deterioro del lenguaje en las letras modernas, Spinetta parece levantar una defensa desesperada del arte como forma de resistencia. La música que cura no es aquella que disimula el dolor con frases vacías, sino la que lo enfrenta con belleza y verdad. Hay en sus palabras una ética de la creación que se aleja del mercado y sus exigencias, reivindicando una autenticidad lírica que no se puede medir por reproducciones ni ventas.
Spinetta entiende que no todo el mundo quiere poesía. Pero también cree que la gente necesita poesía, aunque no lo sepa. La música buena no es solo para entendidos: es para todos aquellos que buscan sentido. La letra de una canción, cuando está bien hecha, puede ser más transformadora que un discurso político o una clase de filosofía. Tiene el poder de resonar en lugares donde la lógica no llega, de acompañar en la soledad, de abrazar en el silencio.
La pregunta central, entonces, no es por qué se escribe mal, sino por qué la música vulgar triunfa. La respuesta apunta al sistema de producción cultural que privilegia la inmediatez sobre la elaboración, el impacto superficial sobre la resonancia duradera. En ese esquema, la calidad parece no vender, y lo que no vende, desaparece. Sin embargo, Spinetta insiste: la calidad no debe someterse a esa lógica. La buena música no tiene que competir; tiene que existir como contrapeso del ruido.
Su idea de la lírica implica una forma de militancia estética. Escribir canciones hermosas es, en este sentido, un acto revolucionario. Es rebelarse contra el empobrecimiento emocional, contra el cinismo que desprecia la belleza, y contra la lógica industrial que transforma todo en producto. La música, como la poesía, se resiste a ser mercancía. En su núcleo, guarda una promesa de trascendencia, de redención, de contacto humano real.
Así, el artista verdadero es el que se preocupa por cada palabra. No por vanidad, sino por amor. Amor al lenguaje, al público, a la tradición poética. En cada verso que se cuida hay una afirmación del valor de lo humano. Y en cada vulgaridad innecesaria hay una traición a esa posibilidad. La música es una herramienta de construcción simbólica, y quienes la hacen tienen una responsabilidad enorme. La lírica no es adorno; es fundamento.
Lo que Spinetta reclama no es nostalgia. Es urgencia. No idealiza el pasado, sino que clama por un presente más noble. Un presente donde la música sea otra vez arte, no solo mercancía, y donde la lírica sea un acto de revelación, no de repetición. Hay en sus palabras una esperanza testaruda: que aún se puede escribir con belleza, cantar con sentido, y crear melodías que no insulten la inteligencia ni el alma de quien escucha.
La música con letras vulgares no es inocua. Contribuye a formar una sensibilidad anestesiada, incapaz de asombrarse, de reflexionar o de conmoverse. Frente a eso, la música con alma —la que cura y eleva— es un antídoto. Y como todo antídoto, requiere precisión, cuidado y amor. Spinetta entendía esto como pocos. Por eso su legado sigue siendo un faro en medio del ruido. Su exigencia estética era, en realidad, una forma de amor radical.
La solución no es censurar la música pobre, sino reivindicar la música buena. Apostar por la poesía en las letras, por la honestidad en la composición, y por la emoción verdadera en la interpretación. La belleza no es una pretensión elitista: es una necesidad humana profunda. Y cuando se hace bien, cuando una letra es honesta y hermosa, puede cambiar la vida de alguien, aunque sea por unos minutos. Eso es lo que Spinetta ofrecía: momentos de eternidad.
La cultura necesita referentes que no se rindan ante el facilismo. Spinetta fue uno de ellos. Su lucha por la palabra bien dicha, por la melodía con alma, y por la canción como obra de arte, es hoy más vigente que nunca. No se trata de despreciar lo popular, sino de exigirle más. Porque lo popular también puede ser bello, profundo, transformador. Basta con mirar a Mercedes Sosa, a Chavela Vargas, a Silvio Rodríguez: todos artistas populares con letras inmensas.
Por eso, cuando Spinetta dice que la música debe curar, no es una metáfora vacía. Es un llamado. A los artistas, a los oyentes, a los productores: que no olviden que el arte puede sanar, puede elevar. Y que si se elige el camino de la belleza, no solo se hace buena música, sino que se hace bien al mundo. La lírica como medicina, como respiro, como forma de amar. En eso consiste el anhelo de la poesía. Y de eso nunca deberíamos renunciar.
Referencias (APA):
Spinetta, L. A. (2004). Guitarra negra. Ediciones Colihue.
Piazzolla, A. (2000). A manera de memorias. Editorial Corregidor.
Sosa, M. (1999). La negra: Una vida en la canción. Editorial Sudamericana.
Abel, C. (2017). La poesía en la música popular argentina. Fondo de Cultura Económica.
García, R. (2019). Estética y ética en la música latinoamericana. Siglo XXI Editores.
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