Entre la opresión colonial, la guerra y la búsqueda de identidad, Yu Chi-hwan, conocido como Cheongma, emergió como un faro de la poesía surcoreana del siglo XX. Sus versos, cargados de fuerza vital y compasión, transforman el dolor histórico en arte y resistencia, explorando la vida, la muerte y la utopía nacional. ¿Cómo un poeta logra capturar el espíritu de toda una nación? ¿Qué secretos esconde la cadencia de sus palabras frente al vacío existencial?


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Yu Chi-hwan: Cheongma y el Pulso Vital de la Poesía Surcoreana del Siglo XX


Yu Chi-hwan, conocido artísticamente como Cheongma o “Semental Azul”, emerge como una figura pivotal en la poesía surcoreana del siglo XX. Nacido el 14 de julio de 1908 en la provincia de Gyeongsang del Sur, en el seno de una familia de intelectuales, este poeta surcoreano encapsuló las tensiones de una nación bajo opresión colonial japonesa y las secuelas de la Guerra de Corea. Su obra, impregnada de una fuerza vital indomable, explora temas como la identidad nacional, la superación de la muerte y la compasión humana, convirtiéndolo en un emblema de la resiliencia coreana. Desde su debut en 1931 con el poema “Tranquilidad”, Cheongma forjó un estilo masculino y profético que resonó en generaciones posteriores, influenciando la poesía coreana moderna con su énfasis en la vida como antídoto al vacío existencial.

La formación de Yu Chi-hwan como poeta surcoreano se forjó en un contexto de turbulencia histórica. Tras estudiar en la Escuela Media Toyoyama en Japón durante cuatro años, regresó a Corea para graduarse en la Escuela Secundaria Dongrae. Ingresó brevemente en la División de Humanidades del Colegio Yonhi, actual Universidad Yonsei, pero abandonó tras un año, optando por un camino autodidacta que lo llevaría a la literatura. En los años treinta, mientras Corea languidecía bajo el yugo japonés, Yu publicó en revistas como Munye Wolgan, donde su voz inicial reflejaba una serenidad aparente que pronto daría paso a un torrente de emociones contenidas. Su seudónimo Cheongma, evocador de un corcel indómito, simboliza esa energía primordial que impregna su poesía, un rasgo definitorio en la evolución de la literatura surcoreana.

El debut literario de Cheongma con “Tranquilidad” en 1931 marcó el inicio de una prolífica carrera que culminaría en al menos diez volúmenes poéticos. Su primera antología, Cheongmasicho (Poemas de Yu Chi-hwan), vio la luz en 1939, un año crucial en el que la represión colonial alcanzaba su zenit. En esta colección, temas como la soledad cósmica y el anhelo por la libertad se entretejen con imágenes naturales vívidas, como mares azules y banderas ondeantes, que prefiguran su obra madura. Como poeta surcoreano, Yu navegó entre la introspección personal y el clamor colectivo, utilizando la metáfora para denunciar sutilmente la alienación impuesta por el imperialismo. Su estilo, caracterizado por una dicción rítmica y un tono exaltado, lo alineó con la escuela de la “fuerza vital”, un movimiento que priorizaba la afirmación existencial sobre el pesimismo modernista.

Durante la era colonial, la trayectoria de Yu Chi-hwan no estuvo exenta de sombras. En 1940, se mudó a Manchuria, territorio bajo influencia japonesa, donde colaboró con las fuerzas ocupantes, un hecho que generó controversia póstuma al revelarse poemas y ensayos que parecían alineados con la propaganda imperial. Esta faceta compleja de Cheongma, el poeta surcoreano que osciló entre resistencia interna y pragmatismo survival, invita a una lectura matizada de su obra. Sin embargo, su regreso a Corea en 1946, tras la liberación, lo impulsó a fundar la Asociación Cultural de Tongyeong y unirse a círculos literarios como Siwa Siron en Daegu. Estos esfuerzos subrayan su compromiso con la revitalización cultural, posicionándolo como un puente entre la poesía pre y posguerra en la literatura surcoreana.

La Guerra de Corea (1950-1953) transformó irrevocablemente la voz de Cheongma, infundiéndole un matiz épico y testimonial. Reclutado en el ejército, Yu vivió el horror de la división nacional, experiencia que plasmó en Bobyeonggwa Deobureo (Junto con la Infantería), un volumen que fusiona memorias bélicas con reflexiones poéticas sobre la fragilidad humana. Aquí, temas recurrentes como la pérdida y la redención se materializan en imágenes de campos arrasados y soldados errantes, evocando la fractura de la identidad coreana. Como poeta surcoreano del siglo XX, Cheongma elevó el sufrimiento colectivo a un plano universal, donde la poesía se convierte en acto de memoria y resistencia, influyendo en generaciones que buscaron sanar las heridas de la nación dividida.

Uno de los pilares de la obra de Yu Chi-hwan es el poema “Gitbal” (Bandera), apodado el “Poeta de la Bandera” por su impacto perdurable. Escrito en 1939, este texto simboliza el anhelo utópico de la nación coreana: “Este es un grito silencioso. Un pañuelo eterno de nostalgia ondeando hacia el vasto mar azul. El amor puro revolotea en el viento como una ola, en solo un poste claro y recto de ideología, la melancolía extiende sus alas como un garza blanca”.  La bandera, con su dualidad de orgullo y lamento, encapsula temas centrales en la poesía de Cheongma: la compasión por la humanidad predestinada a la muerte y la voluntad feroz de trascender el vacío. En el contexto de la poesía surcoreana moderna, “Bandera” no solo denuncia la opresión colonial sino que proyecta una visión profética de unidad, haciendo de Yu un cronista esencial de la alma nacional.

En “Gitbal”, Cheongma emplea una imaginería sensorial que fusiona lo personal con lo colectivo, un sello de su maestría poética. El mar azul representa la utopía inalcanzable, mientras la garza blanca evoca una tristeza etérea que impregna la literatura surcoreana del período. Análisis temáticos revelan cómo este poema, parte de Cheongmasicho, refleja la “ira masoquista” de Yu ante el destino humano, un pathos que lo distingue de contemporáneos más líricos. Como poeta surcoreano, Cheongma transforma el dolor en himno vital, donde la bandera no es mero símbolo patriótico sino emblema de la fuerza interior que resiste la nada existencial, un motivo que permea su legado en la poesía coreana del siglo XX.

Más allá de “Bandera”, obras como Saengmyeong-ui Seo (El Capítulo de la Vida) profundizan en la afirmación existencial. Publicada en los años cuarenta, esta colección explora la comunión entre microcosmos y macrocosmos, donde un grano de arena contiene el universo entero. Temas de soledad temporal y espacial dominan, pero siempre resueltos en una pasión por la vida que irónicamente nace del vacío cósmico. Cheongma, el poeta surcoreano de la fuerza vital, rechaza el pesimismo para abrazar una compasión universal, influenciando escuelas poéticas que priorizan la cotidianidad como fuente de lo sublime en la literatura coreana moderna.

Otro hito en la producción de Yu Chi-hwan es “Longing” (Anhelo), un poema que metafóricamente compara el amor no correspondido con olas chocando contra una orilla inmóvil: “¿Qué haré, olas? Olas, ¿qué haré? El amor es inmóvil como la costa”.  Aquí, temas de alienación y pertenencia se entrecruzan con la búsqueda de conexión, reflejando las fracturas emocionales de la era poscolonial. Como elemento clave en la poesía de Cheongma, este texto ilustra su habilidad para destilar complejidades emocionales en versos concisos, accesibles yet profundos, consolidando su rol en la tradición surcoreana donde el eros se entrelaza con el ethos nacional.

La dimensión educativa de Yu Chi-hwan complementa su faceta poética, revelando un compromiso holístico con la cultura coreana. Como director de escuela secundaria y fundador de la Sociedad de Poetas Coreanos en 1957, impulsó publicaciones como Cheongmaek (Cebada Verde), fomentando círculos literarios en Gyeongsangnam-do. Esta labor pedagógica infundió su poesía con un tono accesible, dirigido no solo a élites sino al público general, democratizando la expresión lírica en la poesía surcoreana. Temas de renovación cultural, evidentes en Ulleungdo (La Isla de Ulleung), celebran la geografía nativa como metáfora de esperanza, un legado que perdura en la educación literaria contemporánea.

En Cheongnyeong Ilgi (Diario de una Libélula), Cheongma explora la transitoriedad de la existencia a través de viajes introspectivos, donde insectos y paisajes se convierten en alegorías de la fugacidad vital. Escrito en los cincuenta, este volumen aborda temas de peregrinaje espiritual, un peregrinar que mirrors la odisea nacional postbélica. La poesía surcoreana de Yu, rica en simbolismo natural, contrasta la efímera belleza con la eterna fuerza vital, ofreciendo consuelo en tiempos de reconstrucción. Su influencia se extiende a poetas posteriores que adoptaron esta dialéctica vida-muerte, enriqueciendo el canon literario coreano.

Póstumamente, Saranghaesseumeuro Haengbokhayeonnera (Qué Feliz Haber Amado), compilación de cartas de amor a la poeta sijo Lee Yeongdo, revela una intimidad tierna que humaniza al profeta Cheongma. Estas epístolas, publicadas tras su muerte en 1967, exploran temas de devoción y vulnerabilidad, contrastando con su imagen pública de vigor masculino. En la poesía surcoreana del siglo XX, esta faceta privada subraya la complejidad de Yu Chi-hwan, cuyo legado trasciende géneros para abarcar la totalidad humana, inspirando lecturas que integran lo personal en lo poético.

El impacto de Cheongma en la poesía coreana moderna se evidencia en premios como el Seoul Culture Award y el Korean Academy of the Arts Distinguished Service Award. En 2005, se inauguró una plaza en su tumba en Geoje, con un busto y cinco monumentos inscritos con sus poemas, un tributo tangible a su rol como cronista de la identidad surcoreana. Temas como la superación del néant a través del amor violento por la vida continúan resonando en antologías contemporáneas, donde Yu Chi-hwan se posiciona como precursor de la poesía confesional y nacionalista.

A pesar de las controversias por su colaboración colonial, el legado de Cheongma perdura como testimonio de la ambigüedad humana en tiempos de crisis. Académicos destacan cómo su “mundo poético masculino” desafió normas de género en la literatura surcoreana, promoviendo una voz que celebra la pathos existencial sin sucumbir al desaliento. Traducciones al inglés, como Blue Stallion de Sung-Il Lee, han globalizado su obra, permitiendo que temas universales de pérdida y redención alcancen audiencias internacionales, consolidando a Yu como un pilar de la poesía coreana del siglo XX.

La recepción crítica de Yu Chi-hwan enfatiza su contribución a la escuela de la vida, donde la poesía se erige como profecía de continuidad vital. En ensayos sobre placeness en su obra, se analiza cómo espacios como Ulleungdo simbolizan refugios internos contra la nada, un motivo que enriquece la comprensión de la poesía surcoreana moderna. Cheongma, con su furia compasiva, ofrece un modelo para poetas que navegan identidades fragmentadas, un legado que trasciende fronteras temporales y geográficas.

En última instancia, el legado de Yu Chi-hwan, el poeta surcoreano Cheongma, radica en su capacidad para transmutar el dolor histórico en una afirmación perenne de la vida. Su obra, desde “Bandera” hasta sus cartas póstumas, teje un tapiz donde la nostalgia por la utopía se resuelve en compasión activa, invitando al lector a confrontar la muerte con vigor indómito. En un siglo marcado por divisiones y renacimientos, Cheongma no solo documentó la fractura coreana sino que la sublimó en arte eterno, influyendo en la evolución de la poesía surcoreana hacia formas más inclusivas y vitales.

Su voz, profética y accesible, continúa inspirando, recordándonos que en la bandera ondeante del espíritu humano reside la semilla de la esperanza colectiva. Así, Yu Chi-hwan permanece como faro en la literatura coreana moderna, un semental azul galopando hacia horizontes de redención.


Referencias 

Lee, S.-I. (2011). Blue stallion: Poems of Yu Chi-whan. Homa & Sekey Books.

Lee, S.-I. (1989). The wind and the waves: Four modern Korean poets; Translated and introduced by Sung-Il Lee. Asian Humanities Press.

Park, S. (2011, October 14). Passion for life pierces Yu’s poems. The Korea Times.

Kim, J. (2013, August 22). Known as the “Poet of Flag,” Yu Chi-hwan. KBS World.

Oh, S. (2015). Placeness and meaning of Yu Chi-Hwan’s poetry from the perspective of phenomenology. Korean Literature Journal, 12(2), 45-67.


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