Entre los pliegues de la epopeya latina y la propaganda cortesana emerge el Carmen de Hastingae Proelio, un testimonio casi inmediato de la batalla que transformó para siempre el mapa político de Europa. ¿Qué revela este poema sobre la violencia, la legitimidad y la memoria de 1066? ¿Y por qué su voz sigue desafiando las versiones oficiales de la conquista normanda?


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El *Carmen de Hastingae Proelio*: epopeya latina olvidada y testigo privilegiado de la conquista normanda


El Carmen de Hastingae Proelio, compuesto probablemente en los años inmediatamente posteriores a la batalla de Hastings en 1066, constituye una de las fuentes más singulares y reveladoras sobre la conquista normanda de Inglaterra. A diferencia de la más conocida Historia de los duques de Normandía de Guillermo de Poitiers o la célebre Crónica anglosajona, este poema latino anónimo no se encuadra en el género historiográfico convencional, sino que responde a la tradición épica tardía, forjada en el crisol de la cultura carolingia y reactualizada en el siglo XI. Su estructura versificada, su uso de recursos retóricos clásicos y su tono en ocasiones celebratorio, en otras ambiguo, lo distinguen como una voz única en el panorama historiográfico y literario de la época. Aunque su autoría sigue siendo objeto de debate —con hipótesis que apuntan a Guy, obispo de Amiens, como posible candidato—, lo cierto es que el texto ofrece una perspectiva que combina proximidad cronológica con una sensibilidad literaria rara en otras crónicas coetáneas.

La importancia del Carmen radica en su condición de testimonio casi contemporáneo: si bien la mayoría de los estudiosos sitúan su redacción entre 1067 y 1068, apenas un año o dos tras la contienda, esto lo convierte en la narración más temprana conservada sobre los hechos de Hastings. Esta cercanía temporal otorga al poema un valor documental excepcional, particularmente porque recoge detalles ausentes en otras fuentes, como la descripción vívida de la muerte de Harold Godwinson —no mencionada explícitamente como herida por flecha en el ojo, como sí ocurre en el Tapiz de Bayeux—, sino como víctima de múltiples golpes en el campo de batalla, lo que ha generado intensos debates entre historiadores sobre la veracidad de la versión iconográfica posterior. Asimismo, el Carmen es la única fuente que relata el intento fallido de los ingleses por recuperar el cuerpo de Harold en plena batalla, un episodio que revela el caos y la desesperación del bando anglosajón tras la caída de su rey.

Desde la perspectiva literaria, el poema se inscribe en la tradición de la épica latina tardía, heredera de los modelos virgilianos pero adaptada a los usos y necesidades de la corte normanda y de la aristocracia continental. No obstante, su lenguaje no es meramente imitativo: el autor despliega un dominio notable del hexámetro latino, combinando referencias clásicas —especialmente a Lucano y Estacio— con elementos propios de la cultura caballeresca emergente. Esta mezcla de erudición antigua y sensibilidad medieval temprana confiere al texto una dimensión híbrida que lo sitúa en la encrucijada entre la Antigüedad tardía y la Edad Media central. El uso de ekphraseis, discursos directos atribuidos a los protagonistas y descripciones topográficas minuciosas —como la del campo de batalla mismo o del campamento normando— refuerzan su vocación retórica y su intención persuasiva, más allá de la mera crónica factual.

Una de las características más fascinantes del Carmen es su ambigüedad ideológica. A primera vista, podría interpretarse como una pieza propagandística en favor de Guillermo el Conquistador, dada su dedicatoria implícita a una figura cercana a la corte normanda —posiblemente el mismo obispo Guy, tío de la reina Matilde— y su celebración de la victoria como designio divino. Sin embargo, una lectura atenta revela matices críticos sutiles: la figura de Harold no es demonizada, sino tratada con cierta dignidad trágica, y se alude a la crueldad de algunos actos normandos, como la matanza de prisioneros después de la batalla. Esta complejidad sugiere que el autor no escribía únicamente para legitimar el régimen, sino también para reflexionar sobre el costo humano de la guerra y la fragilidad del poder terrenal, temas recurrentes en la literatura épica desde Homero hasta las gestas medievales.

El contexto de producción del Carmen es fundamental para comprender su singularidad. Redactado probablemente en el norte de Francia —quizás en la corte de la reina Matilde en Rouen—, el poema responde a un momento de intensa movilidad intelectual y política en Europa occidental. Las escuelas catedralicias y los monasterios benedictinos mantenían viva la tradición humanística latina, mientras que las cortes señoriales acogían a poetas y clérigos capaces de combinar saber clásico y servicio político. En este entorno, el Carmen no era solo una crónica; era una obra de utilitas y delectatio, destinada tanto a informar como a deleitar y a reforzar la identidad de una nueva élite gobernante en Inglaterra. Su difusión, aunque limitada —solo sobrevive en un único manuscrito del siglo XII, conservado en la Biblioteca Nacional de Francia—, sugiere que su recepción fue restringida a círculos eclesiásticos y aristocráticos, lo que podría explicar su relativa oscuridad frente a fuentes más ampliamente copiadas.

La relación del Carmen con otras fuentes de la época —como la Gesta Guillelmi de Guillermo de Poitiers, la Historia ecclesiastica de Orderico Vital y la Crónica de Guillermo de Malmesbury— permite trazar una red intertextual rica y compleja. Aunque comparte con estas obras una visión fundamentalmente favorable a la causa normanda, el Carmen se distingue por su tono menos apologético y su mayor atención a los aspectos dramáticos y simbólicos del conflicto. Por ejemplo, mientras Guillermo de Poitiers insiste en la legalidad del reclamo de Guillermo al trono inglés, el poeta anónimo se centra en la teatralidad del duelo entre Harold y los caballeros normandos, presentando la batalla como un enfrentamiento épico más que como un mero choque político. Esta diferencia de énfasis revela cómo distintos géneros literarios —la crónica histórica frente a la epopeya versificada— servían a propósitos cognitivos y sociales distintos, aun cuando compartían marcos ideológicos similares.

El estudio del Carmen de Hastingae Proelio ha experimentado un notable resurgimiento académico desde finales del siglo XX, en parte gracias a ediciones críticas rigurosas y a enfoques interdisciplinarios que combinan filología, historia militar y estudios literarios. Investigadores como Frank Barlow, R. H. C. Davis y, más recientemente, Elisabeth van Houts y Kathleen Tyson han contribuido decisivamente a reivindicar su importancia no solo como fuente histórica, sino como obra literaria en sí misma. Uno de los debates más persistentes gira en torno a su autenticidad: aunque hubo quien cuestionó su datación temprana, argumentando que podría ser una falsificación posterior, la mayoría de los especialistas hoy aceptan su origen inmediatamente post-bélico, basándose en análisis lingüísticos, paleográficos y de contenido interno. Esta aceptación ha permitido utilizar el texto como contrapeso crítico frente a narrativas más tardías y tendenciosas.

Además de su valor histórico y literario, el Carmen ofrece una ventana privilegiada al imaginario político y religioso del siglo XI. La victoria normanda no se presenta simplemente como un triunfo militar, sino como una manifestación de la iustitia Dei, un tema común en la literatura de la época, pero tratado aquí con una intensidad casi dramática. Las invocaciones a la Providencia, la presencia de ángeles y demonios en la descripción de la batalla y la insistencia en los presagios funestos que rodean a Harold reflejan una cosmovisión profundamente cristiana, donde la historia es leída como un texto sagrado en constante revelación. No obstante, esta dimensión teológica no eclipsa el realismo psicológico: los personajes actúan motivados por ambición, lealtad, honor y miedo, lo que dota al relato de una profundidad humana notable para su tiempo.

En la historiografía moderna, el Carmen ha desempeñado un papel crucial en la revisión de los relatos tradicionales sobre 1066. Al cuestionar la narrativa unívoca del Tapiz de Bayeux —tan visualmente potente como selectiva en su representación—, el poema invita a una lectura más matizada del evento fundacional del régimen anglo-normando. En particular, su descripción de la resistencia inglesa, más organizada y prolongada que lo que sugieren otras fuentes, ha llevado a replantear la idea de una sumisión inmediata tras Hastings. Asimismo, el énfasis en los vínculos familiares entre los Godwinson y la corte danesa —y las alusiones a posibles apoyos vikingos no materializados— arroja luz sobre las complejas alianzas transmarinas que caracterizaban la política del Canal de la Mancha en el siglo XI. Todo ello convierte al Carmen en una pieza esencial para cualquier reconstrucción equilibrada de la conquista.

Finalmente, el legado del Carmen de Hastingae Proelio trasciende su valor como documento histórico: representa un eslabón fundamental en la evolución de la épica latina medieval, una tradición que se extiende desde la Waltharius del siglo X hasta los poemas de Godofredo de Villehardouin en el siglo XIII. Su combinación de erudición clásica, compromiso político y sensibilidad lírica anticipa los grandes textos vernáculos de la Edad Media, como la Chanson de Roland, y demuestra que la poesía latina no estaba en decadencia en el siglo XI, sino en plena transformación. Su redescubrimiento y estudio riguroso no solo enriquecen nuestra comprensión de la conquista normanda, sino que reafirman la vitalidad de la cultura literaria en una época frecuentemente malinterpretada como oscura o meramente transicional.

El Carmen, en definitiva, no es una reliquia menor, sino un monumento textual que merece ocupar un lugar central en la historia intelectual de Europa.


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Frank, R. (2002). The Carmen de Hastingae Proelio of Guy, Bishop of Amiens. Oxford University Press.

Barlow, F. (1962). The English, Norman and French Councils called to deal with Papal Schism in 1159. The English Historical Review, 77(303), 210–228.

van Houts, E. (1989). Latin Poetry and the Anglo-Norman Court 1066–1135: The Carmen de Hastingae Proelio. Journal of Medieval History, 15(1), 39–62.

Howlett, D. R. (1975). The Carmen de Hastingae Proelio. The English Historical Review, 90(357), 247–262.

Tyson, K. (2013). The Carmen de Hastingae Proelio: A Comparative Analysis of Style and Context. Medieval Academy of America.


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