Entre imágenes de guerra interior y susurros de una fe que se resiste a romperse, el Salmo 35 emerge como un grito poético desde el abismo de la injusticia. David no solo clama; desnuda el dolor humano ante la traición y la ausencia de respuestas. ¿Qué hacemos cuando los enemigos se multiplican sin causa? ¿Dónde se sostiene el alma cuando la justicia parece tardar?
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📷 Imagen generada por GPT-4o para El Candelabro. © DR
Salmo 35
1 Pleitea, oh Jehová, con los que contra mí contienden;
Pelea contra los que me combaten.
2 Echa mano al escudo y al pavés,
Y levántate en mi ayuda.
3 Saca también la lanza, cierra contra mis perseguidores;
Di a mi alma: Yo soy tu salud.
4 Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida;
Sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal intentan.
5 Sean como el tamo delante del viento,
Y el ángel de Jehová los acose.
6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo,
Y el ángel de Jehová los persiga.
7 Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo;
Sin razón cavaron hoyo para mi alma.
8 Véngale el quebranto sin que lo sepa;
Y la red que él escondió lo prenda;
Con quebranto caiga en ella.
9 Entonces mi alma se alegrará en Jehová;
Se regocijará en su salud.
10 Todos mis huesos dirán:
Jehová, ¿quién como tú,
Que libras al afligido del más fuerte que él,
Y al pobre y menesteroso del que le despoja?
11 Se levantan testigos malvados;
De lo que no sé me preguntan.
12 Me devuelven mal por bien,
Para afligir a mi alma.
13 Mas yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de saco;
Afligí con ayuno mi alma,
Y mi oración se volvía a mi seno.
14 Como por mi compañero, como por mi hermano andaba;
Como el que trae luto por madre,
Enlutado me humillaba.
15 Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron;
Se juntaron contra mí gentes despreciables,
Y yo no lo entendía; me despedazaban sin descanso.
16 Como lisonjeros, escarnecedores y truhanes,
Crujieron sobre mí sus dientes.
17 Señor, ¿hasta cuándo verás esto?
Rescata mi alma de sus violencias,
Mi única de los leones.
18 Te confesaré en grande congregación;
Te alabaré entre numeroso pueblo.
19 No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos,
Ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo.
20 Porque no hablan paz;
Y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas.
21 Ensancharon contra mí su boca;
Dijeron: ¡Ea, ea, nuestros ojos lo han visto!
22 Tú lo has visto, oh Jehová; no calles;
Señor, no te alejes de mí.
23 Muévete y despierta para mi juicio,
Para mi causa, Dios mío y Señor mío.
24 Júzgame conforme a tu justicia, Jehová Dios mío,
Y no se alegren de mí.
25 No digan en su corazón: ¡Ea, alma nuestra!
No digan: ¡Hémoslo devorado!
26 Sean avergonzados y confundidos a una
Los que de mi mal se alegran;
Vístanse de vergüenza y de confusión
Los que se engrandecen contra mí.
27 Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa,
Y digan siempre: Sea engrandecido Jehová,
Que ama la paz de su siervo.
28 Y mi lengua hablará de tu justicia
Y de tu loor todo el día.
Salmo 35 — David pide liberación de sus enemigos
Análisis literario del Salmo 35: una lectura lírica, poética y profunda de un clamor ancestral
El Salmo 35 es uno de los textos más intensos y emocionalmente cargados del Libro de los Salmos. A diferencia de himnos que celebran la confianza serena o la alabanza jubilosa, este salmo emerge desde una zona liminar: el territorio donde la fe se confronta con la injusticia, donde el ser humano experimenta una mezcla de desamparo, indignación, esperanza y súplica. Este análisis literario del Salmo 35 busca explorar su estructura, simbolismo, recursos poéticos y profundidad existencial, ofreciendo una interpretación lírica que destaque su fuerza espiritual y su impacto literario.
A lo largo del salmo, el lector escucha la voz de David como la voz de todo ser humano que ha sido injustamente atacado. Por ello, el mensaje del Salmo 35 trasciende su contexto histórico y se convierte en una meditación universal sobre el sufrimiento, la defensa divina y la ética de la relación con el enemigo.
1. La arquitectura del conflicto: estructura literaria del Salmo 35
El Salmo 35 se despliega como una plegaria dramática en tres actos:
- Versículos 1–10: David invoca la defensa de Dios y describe la agresión injusta de sus perseguidores.
- Versículos 11–18: El salmista recuerda con dolor su propio comportamiento bondadoso hacia quienes ahora lo atacan.
- Versículos 19–28: Culmina en un anhelo de vindicación y en la promesa de alabanza.
Esta estructura se asemeja a una tragedia ético-espiritual: exposición del conflicto, profundización de la herida y deseo de restauración. La fluidez emocional es oscilante; el texto avanza entre súplicas vehementes, descripciones hiperbolizadas del enemigo y estallidos de confianza en la protección divina. El lector siente una respiración irregular, casi jadeante, como si la oración fuese un combate interior.
La alternancia entre súplica y promesa de alabanza genera un ritmo que refuerza el dramatismo. El salmo está construido para que quien lo proclame viva una catarsis espiritual, rompiendo el silencio de la injusticia mediante palabras cargadas de fuego.
2. Recursos poéticos: imágenes de guerra, viento y huesos que hablan
Uno de los elementos más representativos del análisis literario del Salmo 35 es su uso de imágenes vívidas. No se trata de un salmo contemplativo: es un salmo bélico, jurídico y visceral.
2.1. El lenguaje militar como metáfora del conflicto espiritual
Desde los primeros versos, la oración adopta una tonalidad marcial:
- “Pelea contra los que me combaten.”
- “Echa mano al escudo y al pavés.”
- “Saca también la lanza.”
El imaginario de batalla no describe una guerra literal, sino el sentimiento existencial de estar acorralado. La guerra se convierte en símbolo del conflicto interior y moral que se vive cuando uno es víctima de la traición o la falsa acusación.
En este sentido, el Salmo 35 construye una poética del desamparo: la defensa no puede venir de armas humanas, sino de la irrupción divina. Esta es una constante en la literatura bíblica, pero aquí aparece con una intensidad casi corporal.
2.2. El viento y la oscuridad: símbolos del destino del injusto
Los enemigos son presentados como hojarasca arrojada por el viento:
- “Sean como el tamo delante del viento.”
El tamo —ligero, inútil, arrastrado fácilmente— expresa la fragilidad del mal. El viento es símbolo de juicio: un agente de dispersión que pone fin a la aparente fortaleza del injusto.
A esto se añade la imagen del camino oscuro y resbaladizo, un recurso poético que transmite la idea de que el mal se autodestruye. La literatura sapiencial hebrea insiste en esta idea: la senda del injusto es inestable, siempre a punto de derrumbarse.
2.3. Los huesos que hablan: una personificación del sufrimiento
El verso 10 contiene una de las imágenes más poderosas del salmo:
- “Todos mis huesos dirán: ¿Quién como tú?”
Los huesos, símbolo de lo más íntimo del ser humano, son aquí la voz misma del dolor. La personificación le otorga al sufrimiento un carácter corporal total: no sufre solo el alma, sino todo el cuerpo. El dolor se vuelve testigo de la intervención divina.
Desde el punto de vista literario, esta prosopopeya intensifica el pathos del texto y subraya su propósito: hacer del clamor un acto total, integral, inevitable.
3. El dramatismo ético: la traición como herida central
Una de las claves del significado del Salmo 35 está en los versículos donde el salmista recuerda haber mostrado compasión por quienes ahora lo atacan:
- “Yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de saco.”
- “Como por mi hermano andaba.”
La traición es más dolorosa cuando proviene de quienes recibieron afecto. El salmo expresa el dolor del vínculo roto, convirtiéndose en un poema sobre la fragilidad de la reciprocidad humana.
Esta sección del salmo tiene un tono elegíaco, casi fúnebre. El salmista lamenta la muerte simbólica de una relación. El lenguaje del luto —“como el que trae luto por madre”— amplifica el sentimiento de pérdida emocional y moral.
Desde una perspectiva literaria, estos versos introducen una dialéctica del sufrimiento:
- el salmista actuó con compasión,
- recibió a cambio violencia,
- pero aun así no renuncia a la justicia.
Este contraste refuerza la idea central del Salmo 35: la defensa divina es necesaria porque el ser humano ha llegado al límite de sus posibilidades éticas.
4. La justicia divina como horizonte narrativo
El último tercio del salmo se articula alrededor de un deseo: que la justicia prevalezca.
El salmista pide a Dios que no permita que el enemigo se regocije injustamente. El análisis literario del Salmo 35 revela aquí una especie de teodicea poética: el texto no solo pide protección, sino que defiende la idea de un orden moral que debe ser restaurado.
La oración se transforma en una forma de resistir la arbitrariedad. El salmo combate la injusticia no con violencia, sino con palabra. Es un acto de afirmación ética y espiritual.
Con ello, el salmo cierra con una promesa: la lengua del salmista proclamará la justicia divina “todo el día”. La alabanza no es un cántico triunfalista, sino una consecuencia de la restauración moral del mundo.
5. El Salmo 35 como poema existencial: la voz del inocente que resiste
Cuando se estudia el significado del Salmo 35, se descubre que su eje central es la experiencia del inocente perseguido. No se trata de un texto de venganza, sino de un grito contra la injusticia.
El salmo funciona como:
- Oración, porque pide la intervención divina.
- Lamento, porque reconoce el dolor.
- Testimonio, porque afirma una ética frente a la traición.
- Profecía, porque anticipa la restauración.
- Poema, porque convierte el sufrimiento en palabra perdurable.
David —y en él, toda persona herida— aparece como un ser que se rebela ante el absurdo del daño injustificado. Su clamor es un acto de resistencia emocional y espiritual. La palabra se convierte en refugio, escudo y catarsis.
En su intensidad lírica, el Salmo 35 revela que el dolor humano no necesita ser silenciado: puede ser nombrado, gritado, ofrecido. La poesía bíblica permite que la vulnerabilidad se transforme en fuerza.
6. Conclusión: el legado poético y espiritual del Salmo 35
El Salmo 35 no es un texto sencillo. Es áspero, ardiente, desgarrador. Pero en esa complejidad radica su poder literario y espiritual. Su lenguaje bélico simboliza la lucha interna del ser humano que enfrenta el mal sin comprenderlo. Sus imágenes poéticas —el viento, los huesos que hablan, los caminos oscuros— elevan el texto a un nivel artístico profundo.
En esta lectura lírica, el Salmo 35 se revela como:
- una defensa poética de la inocencia,
- una denuncia del abuso y la traición,
- una afirmación de la justicia divina,
- y un testimonio de la fuerza del espíritu humano frente a la adversidad.
Quien lee y medita este salmo entra en contacto con una experiencia universal: la necesidad de que el sufrimiento no sea el final de la historia. Y es ahí, precisamente, donde el Salmo 35 se transforma en un poema de esperanza.
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