Entre los restos biológicos que solemos descartar sin reflexión alguna, las muelas del juicio emergen hoy como una fuente inesperada de poder terapéutico: un reservorio silencioso de células madre con capacidad para regenerar tejidos críticos. ¿Qué pasaría si aquello que consideramos desecho pudiera salvar funciones perdidas? ¿Estamos preparados para replantear su verdadero valor biológico?
El CANDELABRO.ILUMINANDO MENTES

📷 Imagen generada por GPT-4o para El Candelabro. © DR
Las muelas del juicio como reservorio biológico: potencial terapéutico de las células madre dentales en la medicina regenerativa contemporánea
La extracción de las muelas del juicio, terceros molares o cordales, constituye uno de los procedimientos quirúrgicos más frecuentes en la odontología moderna, especialmente en poblaciones jóvenes de entre diecisiete y veinticinco años. Históricamente, su eliminación se justificaba bajo criterios mecánicos —malposición, impactación, riesgo de caries o pericoronaritis— sin considerar su valor biológico más allá de la función masticatoria. Sin embargo, avances recientes en biología celular han transformado radicalmente esta perspectiva: lejos de ser estructuras redundantes o patológicas, los terceros molares emergen como una fuente privilegiada de células madre mesenquimales con propiedades regenerativas excepcionales. Este hallazgo no solo redefine el estatus clínico de los cordales, sino que abre nuevas vías éticas y prácticas en la recolección de material biológico para aplicaciones terapéuticas futuras.
Las células madre mesenquimales derivadas de la pulpa dental (DPSC, por sus siglas en inglés Dental Pulp Stem Cells) fueron aisladas por primera vez en 2000 por Gronthos y col., revolucionando la percepción de los tejidos orales como fuentes viables para la medicina regenerativa. A diferencia de las células madre hematopoyéticas obtenidas de la médula ósea, las DPSC poseen una plasticidad fenotípica notable y una tasa de proliferación superior, lo que las convierte en candidatas ideales para la diferenciación en líneas celulares especializadas. Estudios comparativos han demostrado que las DPSC exhiben una expresión génica más robusta de marcadores como STRO-1, CD73, CD90 y CD105 —indicadores clásicos de progenitores mesenquimales— y una capacidad angiogénica intrínseca que favorece su integración en tejidos dañados. Su origen neural crestal, compartido con otras estructuras cefálicas, explica además su afinidad particular por la neurogénesis y la reparación del tejido nervioso periférico.
La ventaja clínica más inmediata del uso de células madre dentales radica en su accesibilidad y bajo perfil ético. Mientras que la obtención de células madre embrionarias implica controversias bioéticas significativas, y la recolección de médula ósea o tejido adiposo requiere procedimientos invasivos con morbilidad asociada, la extracción de terceros molares —habitualmente indicada por razones ortodónticas o profilácticas— ofrece una oportunidad única de biobanco sin riesgo adicional para el paciente. La pulpa dental, protegida por capas de dentina y esmalte, permanece estéril hasta el momento de la extracción, lo que minimiza la contaminación microbiana y conserva la viabilidad celular. Esto posibilita su criopreservación a largo plazo mediante técnicas estandarizadas de congelación lenta o vitrificación, permitiendo su uso en terapias autólogas futuras con baja probabilidad de rechazo inmunológico.
Uno de los campos más prometedores para la aplicación de DPSC es la neurología regenerativa. En modelos animales de enfermedad de Parkinson, la administración intracerebral de células derivadas de pulpa dental ha inducido una recuperación parcial de la función dopaminérgica, atribuida a la secreción de factores neurotróficos como el BDNF (Brain-Derived Neurotrophic Factor) y el GDNF (Glial Cell Line-Derived Neurotrophic Factor). Asimismo, en modelos de lesión medular, las DPSC han demostrado capacidad para modular la respuesta inflamatoria, reducir la gliosis y promover la remielinización axonal. Aunque aún no se han alcanzado ensayos clínicos en fase III, estudios preclínicos en primates no humanos muestran una estabilidad funcional sostenida tras el trasplante, sugiriendo que la regeneración neural con células dentales no es una mera posibilidad teórica, sino una estrategia en desarrollo acelerado.
En cardiología, las DPSC también han mostrado resultados alentadores. Tras inducir infartos miocárdicos en modelos murinos, la inyección intramiocárdica de estas células ha resultado en una reducción significativa del tamaño de la cicatriz, mejora en la fracción de eyección y aumento de la vascularización capilar en el tejido periinfarto. Este efecto no se debe únicamente a la transdiferenciación en cardiomiocitos —un proceso aún poco eficiente in vivo—, sino principalmente a su acción paracrina: las DPSC secretan microvesículas cargadas de microARNs (como miR-21 y miR-132) que regulan la apoptosis, la fibrosis y la angiogénesis. Esta propiedad las sitúa como candidatas viables para terapias combinadas con andamiajes biomiméticos en la ingeniería de tejidos cardíacos, un enfoque emergente en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca crónica.
El potencial de las células madre dentales en endocrinología es igualmente relevante. Investigaciones recientes han logrado diferenciar DPSC in vitro en células productoras de insulina mediante protocolos que imitan la embriogénesis pancreática, involucrando factores como activina A, ácido retinoico y nicotinamida. Tras el trasplante en ratones diabéticos tipo 1, estas células han normalizado los niveles séricos de glucosa durante períodos superiores a ocho semanas, sin evidencia de formación de teratomas —una preocupación recurrente en terapias con células pluripotentes inducidas. Si bien la funcionalidad a largo plazo y la escalabilidad clínica aún requieren validación, estos resultados posicionan a los terceros molares como una posible fuente autóloga para el tratamiento de la diabetes mellitus, especialmente en pacientes jóvenes diagnosticados tempranamente.
En ortopedia y traumatología, la capacidad osteogénica de las DPSC ha sido ampliamente documentada. Cuando se cultivan en medios suplementados con dexametasona, ácido ascórbico y β-glicerofosfato, estas células expresan osteocalcina, osteopontina y colágeno tipo I, y forman nódulos mineralizados in vitro. En modelos de defecto óseo calvarial en roedores, andamiajes de hidroxiapatita impregnados con DPSC han inducido una regeneración ósea completa en seis semanas, superando en eficacia a los injertos autólogos en términos de integración y remodelación. Este hallazgo tiene implicaciones directas en cirugía maxilofacial, donde los defectos postraumáticos o postoncológicos representan un desafío reconstructivo significativo. La posibilidad de usar células del propio paciente —extraídas previamente y almacenadas— elimina los riesgos de rechazo y reduce la necesidad de sitios donantes secundarios.
A pesar de este potencial transformador, persisten desafíos técnicos y regulatorios. La heterogeneidad en la calidad celular entre individuos —influenciada por edad, estado de salud bucal y método de procesamiento— exige protocolos estandarizados de aislamiento y expansión. Además, la legislación sobre biobancos varía ampliamente entre países: mientras que en Estados Unidos y Japón existen bancos privados especializados en criopreservación dental (dental stem cell banking), en muchos países de Europa y Latinoamérica el marco regulatorio aún no distingue claramente entre desecho biológico y material con valor terapéutico potencial. Esto genera incertidumbre legal sobre la propiedad de las células y los derechos del donante, cuestiones que deben abordarse mediante políticas públicas basadas en evidencia y consenso bioético.
Es fundamental, además, desmitificar expectativas infundadas. La medicina regenerativa con células madre dentales no constituye una panacea, y su uso clínico rutinario aún se encuentra en fases experimentales. La mayoría de las aplicaciones descritas operan en el ámbito preclínico, y la traducción a humanos exige ensayos rigurosos que evalúen no solo eficacia, sino también seguridad a largo plazo. No obstante, la convergencia de avances en biología sintética, edición genómica (como CRISPR-Cas9 aplicada a DPSC) y fabricación aditiva de andamiajes personalizados augura un horizonte donde la terapia celular autóloga se integre progresivamente en el arsenal terapéutico convencional, especialmente para enfermedades degenerativas sin cura actual., las muelas del juicio —durante décadas consideradas vestigios evolutivos condenados a la eliminación— emergen hoy como un recurso biomédico estratégico de primer orden. Su valor no reside en su función masticatoria, sino en su contenido celular: un reservorio accesible, éticamente aceptable y biológicamente versátil de células madre con capacidad para regenerar tejidos críticos. Esta reevaluación no solo exige una revisión de las prácticas clínicas rutinarias —incorporando, cuando sea viable, protocolos de recolección y preservación—, sino también una reflexión más amplia sobre cómo concebimos los desechos biológicos en la era de la medicina personalizada. Lo que ayer se descartaba como residuo quirúrgico podría, mañana, sostener la función cardíaca, restaurar la memoria o devolver la movilidad tras una lesión. En ese sentido, conservar estas estructuras no es un acto de nostalgia evolutiva, sino una inversión racional en la salud futura del individuo —un verdadero seguro biológico, almacenado en el silencio del tercer molar.
Así, las muelas del juicio —durante décadas consideradas vestigios evolutivos condenados a la eliminación— emergen hoy como un recurso biomédico estratégico de primer orden. Su valor no reside en su función masticatoria, sino en su contenido celular: un reservorio accesible, éticamente aceptable y biológicamente versátil de células madre con capacidad para regenerar tejidos críticos. Esta reevaluación no solo exige una revisión de las prácticas clínicas rutinarias —incorporando, cuando sea viable, protocolos de recolección y preservación—, sino también una reflexión más amplia sobre cómo concebimos los desechos biológicos en la era de la medicina personalizada.
Lo que ayer se descartaba como residuo quirúrgico podría, mañana, sostener la función cardíaca, restaurar la memoria o devolver la movilidad tras una lesión. En ese sentido, conservar estas estructuras no es un acto de nostalgia evolutiva, sino una inversión racional en la salud futura del individuo —un verdadero seguro biológico, almacenado en el silencio del tercer molar.
Referencias
Gronthos, S., Mankani, M., Brahim, J., Robey, P. G., & Shi, S. (2000). Postnatal human dental pulp stem cells (DPSCs) in vitro and in vivo. Proceedings of the National Academy of Sciences, 97(25), 13625–13630.
Huang, A. H., Kumar, A. H., Hung, C. Y., Liew, A., & O’Brien, T. (2021). Dental pulp stem cells: Function, isolation and therapies. Journal of Natural Science, Biology and Medicine, 12(2), 140–147.
Arthur, A., Rychkov, G., Shi, S., Koblar, S. A., & Gronthos, S. (2008). Adult human dental pulp stem cells differentiate toward functionally active neurons under appropriate environmental cues. Stem Cells, 26(7), 1787–1795.
Iohara, K., Imabayashi, K., Ishizaka, R., Watanabe, A., Nabekura, J., Ito, M., … & Nakashima, M. (2011). Complete pulp regeneration after pulpectomy by transplantation of CD105+ stem cells with stromal cell-derived factor-1.
Tissue Engineering Part A, 17(15–16), 1911–1920.
Mead, B., Logan, A., Berry, M., Leadbeater, W., & Scheven, B. A. (2015). Paracrine-mediated neuroprotection by human dental pulp stem cells in a rat model of optic nerve injury. Stem Cell Research & Therapy, 6(1), 1–14.
El CANDELABRO.ILUMINANDO MENTES
#CélulasMadreDentales
#MuelasDelJuicio
#MedicinaRegenerativa
#BiobancoDental
#TerapiaCelular
#IngenieríaDeTejidos
#DPSC
#Neurogénesis
#RegeneraciónÓsea
#BiologíaCelular
#SaludFutura
#CienciaYMedicina
Descubre más desde REVISTA LITERARIA EL CANDELABRO
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
