Las leyendas mayas como todas las leyendas y mitos en las diversas culturas son un retrato de la cultura popular. Contienen aspectos mágicos o sobrenaturales que las distinguen. Resaltan temas como su cosmovisión, sus creencias y deidades



La Leyenda Maya de “Nicté-Ha la Flor de Loto.


Hace muchos años vivía en la ciudad de Nan Chan, un apuesto príncipe llamado Chak Tzitzib. Su padre, el rey, había decidido casarlo con una princesa de tierras lejanas, pues pronto lo sucedería en el trono. Pero el corazón del joven príncipe ya tenía dueña. Estaba locamente enamorado de una plebeya, la hermosa doncella Nicté-Ha, quien era hija del guardián del Cenote Sagrado.

Ninguno de sus padres sabía que los jóvenes se amaban y que todas las noches se reunían junto al cenote para declararse su amor. Nicté-Ha iba vestida con su huipil blanco y Chak Tzitzib portaba su túnica roja. Él escribía bellos poemas y canciones para su amada, los cuales le leía cuando estaban juntos. Eran muy felices.

Pero sucedió que el Gran Sacerdote los descubrió. Con enorme rabia veía florecer ese amor. “¡Jamás una plebeya será reina de Nan Chan!” se dijo. Y comenzó a urdir un trágico final para esta historia de amor… ¡Nicté-Ha debía desaparecer para siempre!

La nana del príncipe, quien lo había cuidado desde pequeño y lo amaba como a un hijo, se dio cuenta del malévolo plan del ministro y advirtió a su señor. Entonces, Chak Tzitzib envió a su nana para que trajera a Nicté-Ha al palacio y poderse casar en secreto. Desafortunadamente, el astuto sacerdote se enteró de ello, siguió a la nana y la asesinó para que no le avisara a Nicté-Ha.

El príncipe, al ver que su nana no volvía, rápidamente se puso su capa roja y se internó en la selva. Su corazón le decía que su amada estaba en peligro. Mientras tanto, Nicté-Ha, que no sabía nada del siniestro plan del sacerdote, esperaba a su amado sentada junto al cenote y se contemplaba en el espejo de agua, el cual le devolvía la imagen de su gran hermosura. Cuando Chak Tzitzib llegó y la vio tan tranquila, respiró aliviado y la estrechó entre sus brazos.

Pero aquí no termina la historia. El malvado sacerdote aguardaba oculto en la oscuridad detrás un grotesco chechém. Al verlos abrazados, tensó su arco y dirigió una flecha envenenada al corazón de la joven doncella, atravesándolo con tal fuerza que la hizo caer al cenote. El cuerpo frágil y sin vida de Nicté-Ha se hundió rápidamente, desapareciendo de la vista de su amado. Instantes después, sólo flotaba en el agua su huipil blanco.

El príncipe, sin poder contener su dolor, lloraba amargamente y lanzaba gritos desgarradores:
—¡Oh, Dioses! ¡Por qué permitieron este cruel final para nuestro amor! ¡Tengan compasión, no quiero perderla! ¡Quiero estar con mi amada para siempre! —rogaba el joven príncipe, elevando sus negros ojos al cielo.

Los dioses, al ver tan profunda tristeza, se conmovieron tanto que Yum Chak, el Señor de las Aguas, hizo flotar a Nicté-Ha y, junto con su huipil blanco, la transformó en un bello y aromático nenúfar. Por su parte, Wayon, el Señor de los Pájaros, posó sus manos sobre el corazón sangrante de Chak Tzitzib y lo convirtió en un galante pájaro rojo: el cardenal. Desde entonces, todas las mañanas desciende el cardenal a los cenotes para cantarle a su amada Nicté-Ha, la flor acuática.



El Candelabro. Iluminando Mentes.