Envuelta en una cortina de llovizna y penumbra del otoño de 1576, la próspera ciudad de Amberes, la joya de los Países Bajos y pulmón económico de Europa, cede a un capítulo sombrío que sometería sus calles, plazas y canales al horror del Saqueo. El prodigioso engranaje de comercio y cultura que la caracterizaba pronto sería opacado por un trágico evento: El Saqueo de Amberes, también conocido como La Furia Española. Esta tragedia, alimentada por la desesperación de los soldados españoles, sería una chispa indignante que inspiraría a los holandeses a unirse en contra del dominio español, redefiniendo por completo el futuro político y económico de la región.



EL SAQUEO DE AMBERES: LA FURIA ESPAÑOLA


El Saqueo de Amberes, también conocido como la Furia Española, fue uno de los episodios más sangrientos y dramáticos de la Guerra de los Ochenta Años, que enfrentó a las provincias de los Países Bajos contra el dominio de la corona española. Durante tres días, entre el 4 y el 7 de noviembre de 1576, los soldados de los tercios españoles de Flandes saquearon e incendiaron la ciudad de Amberes, causando la muerte de entre 7.000 y 18.000 personas, según las fuentes. El saqueo de Amberes fue la mayor masacre en la historia de los Países Bajos y tuvo graves consecuencias políticas, económicas y sociales para la región. El horror del saqueo motivó a las provincias de los Países Bajos a unirse contra el rey Felipe II de España y a firmar la Pacificación de Gante, que supuso el inicio de la rebelión generalizada contra el poder español.


Causas del saqueo


La causa principal del saqueo fue el retraso en el pago a los soldados españoles, que llevaban meses o incluso años sin cobrar sus salarios. El rey Felipe II se había declarado en quiebra en 1575, debido a los enormes gastos que suponía mantener su vasto imperio y sus múltiples guerras, especialmente contra Francia y el Imperio Otomano. Los banqueros de Amberes, que eran los principales financiadores de la corona española, se negaron a seguir prestando dinero al rey hasta que se les pagara lo que se les debía. Además, el rey se encontró con dificultades para enviar el dinero desde España a los Países Bajos, ya que tenía que hacerlo por mar, una ruta más lenta, costosa y peligrosa que la terrestre. En 1576, la reina Isabel I de Inglaterra, que apoyaba a los rebeldes holandeses, confiscó 400.000 florines que iban destinados al pago de las tropas españolas, cuando los barcos que los transportaban buscaron refugio de una tormenta en los puertos ingleses.

Los soldados españoles, hartos de la situación, se amotinaron y tomaron por la fuerza varias ciudades de Flandes, como Aalst, donde se establecieron en julio de 1576. Desde allí, exigieron al rey que les pagara lo que les debía y que les enviara a España o a otra guerra. Mientras tanto, vivían a costa de la población, a la que extorsionaban, robaban y maltrataban. Los habitantes de los Países Bajos, indignados por los abusos de los soldados españoles y cansados de la guerra, se rebelaron contra la autoridad del rey y formaron una alianza con los protestantes holandeses, que llevaban años luchando por su independencia religiosa y política. El Consejo de Estado, que era el órgano de gobierno de los Países Bajos, fue tomado por los nobles flamencos, que arrestaron a los miembros leales al rey y autorizaron a la población a armarse para expulsar a los españoles. Así, se formó un ejército de unos 20.000 hombres, compuesto por valones, alemanes y holandeses, que se dirigió a Amberes, la ciudad más rica y próspera de los Países Bajos, con la intención de tomar el castillo que la dominaba, donde se encontraba una guarnición de unos 2.000 soldados españoles al mando de Sancho Dávila.


Desarrollo del saqueo


El 3 de noviembre de 1576, los rebeldes entraron en Amberes, con la complicidad de los gobernadores de la ciudad, que les abrieron las puertas. Los rebeldes se desplegaron por la ciudad y comenzaron a asediar el castillo, donde los españoles resistieron con valor. Los amotinados de Aalst, que se habían enterado del ataque, decidieron acudir en auxilio de sus compatriotas, y marcharon sin descanso hacia Amberes, llegando el día 4. Eran unos 1.600 hombres, que no llevaban las banderas del rey, sino imágenes de la Virgen María, para mostrar que no se rebelaban contra el rey, sino contra el mal gobierno y la administración de sus superiores. Al llegar a Amberes, se encontraron con otras unidades españolas que también habían acudido a socorrer a los sitiados, como las de Julián Romero y Alonso de Vargas, que sumaban unos 600 hombres más. Entre todos, lograron entrar en el castillo y reunirse con Sancho Dávila y sus hombres.

A pesar de que los rebeldes eran mucho más numerosos, los españoles decidieron pasar al contraataque y se lanzaron a las calles de la ciudad, donde se enfrentaron con los holandeses. Los españoles tenían más experiencia, disciplina y cohesión que los rebeldes, y los hicieron retroceder hasta el ayuntamiento, donde algunos se refugiaron y dispararon con mosquetes a los españoles. Los españoles, enfurecidos, prendieron fuego al ayuntamiento, y las llamas se extendieron por la ciudad, provocando un gran incendio que destruyó unas 1.000 casas. A partir de ese momento, los españoles perdieron el control y se dedicaron a saquear, matar y violar a los habitantes de Amberes, sin distinción de edad, sexo o religión. Durante tres días, la ciudad fue escenario de una orgía de violencia y destrucción, que solo cesó cuando los propios oficiales españoles lograron restablecer el orden y detener la carnicería. Se calcula que entre 7.000 y 18.000 personas murieron durante el saqueo, y que los españoles se llevaron un botín de unos 2 millones de florines.


Consecuencias del saqueo


El saqueo de Amberes tuvo graves consecuencias para los Países Bajos y para España. Por un lado, el saqueo supuso el declive de Amberes como el principal centro comercial, financiero y cultural de la región, y favoreció el ascenso de Ámsterdam, que se convirtió en la nueva capital económica de los Países Bajos. Por otro lado, el saqueo provocó la indignación y el horror de todas las provincias de los Países Bajos, que se unieron contra el rey Felipe II y firmaron la Pacificación de Gante el 8 de noviembre de 1576. Este acuerdo supuso el reconocimiento de la libertad religiosa, la expulsión de los soldados españoles y la formación de una liga de defensa común. La Pacificación de Gante marcó el inicio de la rebelión generalizada contra el poder español, que se prolongaría durante varias décadas hasta la independencia de las Provincias Unidas en 1648. El saqueo de Amberes también contribuyó a alimentar la Leyenda Negra contra los españoles, que fueron acusados de ser unos bárbaros crueles y sanguinarios, que oprimían y explotaban a los pueblos sometidos a su dominio.


CONCLUSIÓN


En conclusión, El Saqueo de Amberes marca un punto crucial en la historia de los siglos XVI y XVII, así como en las relaciones Hispano-Holandesas dentro del marco de la Guerra de los Ochenta Años. Fue un evento desafortunado que resultó de la frustración, la ira y la desesperación de los soldados españoles debido a la falta de pago y apoyo adecuado, lo que luego los llevó a cometer actos atroces. Este incidente causó una pérdida masiva de vidas y una devastación considerable en la ciudad de Amberes. Asimismo, catalizó la unión de las provincias de los Países Bajos contra la dominación española, culminando en el acuerdo de la Pacificación de Gante y finalmente en la independencia de las Provincias Unidas. Este evento, a su vez, desencadenó el declive de Amberes y el auge de Ámsterdam como nuevo centro comercial y financiero. Sin duda alguna, el Saqueo de Amberes es una llaga dolorosa en la historia europea que no debe ser olvidada.


REFLEXIÓN FINAL


Reflexionando sobre el Saqueo de Amberes, se puede apreciar cómo la negligencia política y la mala administración pueden tener efectos devastadores e irrevocables. Más allá de las vidas perdidas y la destrucción de ciudades, los efectos políticos y socioeconómicos a largo plazo también fueron significativos. Aunque estos hechos ocurrieron hace varios siglos, ofrecen lecciones importantes sobre el poder y la responsabilidad, y la necesidad de políticas éticas y justas en todas las formas de gobierno. La cuenta pendiente en el manejo de soldados y población, las malas decisiones y la falta de empatía pueden tener consecuencias desastrosas, muchas veces irreparables. Así mismo, este relato histórico lleva a uno a pensar en la importancia de la historia para no repetir errores pasados y para aprender a manejar mejor situaciones similares en el futuro. Cada página de nuestra historia ofrece una enseñanza invaluable para el presente y el futuro.


El CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES