En el corazón del neoclasicismo, donde la antigua mitología se encuentra con el mármol pulido y las emociones humanas son inmortalizadas en piedra, emerge «La Furia de Atamas» de John Flaxman como una joya del arte escultórico. Esta magistral obra, forjada entre 1790 y 1794, no solo encapsula la habilidad técnica sin par de Flaxman, sino que también revela su profunda conexión con las narrativas clásicas, transformando un momento de tragedia y desesperación en una expresión sublime de belleza y emoción. A través de la lente de esta escultura, nos sumergimos en un episodio desgarrador de las «Metamorfosis» de Ovidio, explorando la complejidad de la condición humana, el poder destructivo de los celos y la locura, y el inquebrantable espíritu del arte que desafía las barreras del tiempo y la historia.



«Celos, Locura y Mármol: El Legado de La Furia de Atamas en el Arte Neoclásico»


La obra «La Furia de Atamas» es una manifestación sublime del talento y pasión de John Flaxman, un escultor inglés cuya contribución al arte neoclásico sigue siendo ampliamente reconocida y admirada. Este colosal grupo de mármol blanco, creado entre 1790 y 1794, no solo es un testimonio del dominio técnico de Flaxman sino también de su profunda conexión con los temas clásicos y la capacidad de infundir emoción y narrativa dinámica en la piedra.

La escultura representa un episodio de las «Metamorfosis» de Ovidio, un texto que ha sido una fuente inagotable de inspiración para artistas a lo largo de los siglos. El episodio específico retratado es uno de venganza divina y tragedia humana: Hera, la diosa reina del Olimpo, consume a Atamas, rey de Beocia, con celos y locura. En su furia, Atamas se muestra en el momento de agarrar a su hijo Learchus, con la intención de matarlo. Este acto de violencia inminente es un reflejo de la influencia destructiva de los celos y la locura. Ino, la esposa de Atamas, se precipita desesperada hacia su esposo en un intento de detenerlo, mientras su otro hijo, Melicertes, se aferra a ella en un gesto de miedo y súplica.

Esta obra fue encargada a Flaxman por Frederick Augustus Hervey, cuarto conde de Bristol, un mecenas del arte que deseaba adornar su residencia en Ickworth, Suffolk, con esta pieza monumental. La escultura fue tallada en Roma, un centro neuralgico para artistas y eruditos del neoclasicismo, donde Flaxman pudo estudiar de cerca las obras antiguas que tanto admiraba.

Desafortunadamente, mientras la escultura estaba en tránsito hacia Inglaterra, fue confiscada por las tropas napoleónicas, un destino no poco común para las obras de arte durante las guerras napoleónicas. Este incidente subraya no solo los desafíos logísticos de la época sino también el valor cultural y político que se atribuía a las obras de arte.

La creación de «La Furia de Atamas» fue un proyecto de amor para Flaxman, que invirtió más de tres años en su realización. Sin embargo, el aspecto financiero del encargo resultó ser menos favorable para el artista. A pesar de recibir 600 libras esterlinas por su trabajo, el coste del mármol utilizado ascendió a 500 libras esterlinas, dejando un margen de ganancia mínimo para Flaxman. Este hecho destaca las dificultades económicas que enfrentaban incluso los artistas más talentosos de la época y refleja la compleja relación entre el arte, su valor y su costo.

«La Furia de Atamas» es, por lo tanto, mucho más que una escultura. Es una cápsula del tiempo que encapsula las tensiones artísticas, culturales y económicas de finales del siglo XVIII. La obra ilustra el poder del arte neoclásico para comunicar emociones humanas profundas y temas universales a través de la reinterpretación de la mitología clásica.

Al mismo tiempo, la historia de su creación y destino posterior nos habla de las vicisitudes de la vida del artista y de las obras de arte en el contexto de la historia europea. La dedicación de Flaxman a su oficio y su capacidad para infundir vida y emoción en el mármol siguen siendo una fuente de inspiración y admiración, convirtiendo a «La Furia de Atamas» en un legado perdurable del genio artístico y la complejidad de la condición humana.


Preguntas Frecuentes


1. ¿Quién fue John Flaxman y cuál es su importancia en el arte neoclásico?
John Flaxman fue un escultor inglés, reconocido por su contribución significativa al arte neoclásico del siglo XVIII y principios del XIX. Su obra se caracteriza por la simplicidad de líneas y un profundo respeto por los temas clásicos, lo que le ha ganado un lugar destacado en la historia del arte. Su habilidad para infundir emociones y narrativas dinámicas en sus esculturas lo distingue como uno de los artistas más talentosos de su época.

2. ¿Qué representa la obra «La Furia de Atamas»?
La obra «La Furia de Atamas» representa un trágico episodio de las «Metamorfosis» de Ovidio, donde Atamas, rey de Beocia, es consumido por los celos y la locura provocados por Hera, llevándolo a intentar matar a su propio hijo Learchus. La escultura captura este momento de intensa emoción, mostrando también a Ino, la esposa de Atamas, intentando detenerlo, y a su otro hijo, Melicertes, buscando consuelo en su madre.

3. ¿Cuál fue el destino de «La Furia de Atamas» tras su creación?
Tras su creación, mientras la escultura «La Furia de Atamas» estaba en tránsito hacia Inglaterra, fue confiscada por las tropas napoleónicas. Este incidente refleja los desafíos logísticos y el valor cultural y político atribuido a las obras de arte durante las guerras napoleónicas, marcando un capítulo significativo en la historia de la pieza.

4. ¿Qué desafíos enfrentó John Flaxman al crear «La Furia de Atamas»?
John Flaxman enfrentó varios desafíos al crear «La Furia de Atamas», incluyendo dificultades económicas. A pesar de ser un proyecto de amor que le tomó más de tres años, el coste del mármol casi igualó la suma que recibió por su trabajo, dejándole un margen de ganancia mínimo. Este hecho subraya las dificultades económicas que enfrentaban los artistas de la época.

5. ¿Cuál es el legado de «La Furia de Atamas» en el contexto del arte neoclásico?
El legado de «La Furia de Atamas» radica en su capacidad para comunicar emociones humanas profundas y temas universales a través de la reinterpretación de la mitología clásica, ejemplificando el poder del arte neoclásico. La obra no solo es un testimonio del talento artístico de Flaxman y su conexión con los temas clásicos, sino también una cápsula del tiempo que encapsula las tensiones artísticas, culturales y económicas de su época, manteniéndose como un legado perdurable del genio artístico y la complejidad de la condición humana.


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