Emilia Bertolè, una destacada artista argentina del siglo XX, desafió las expectativas sociales al dedicarse profesionalmente al arte en una época en la que se esperaba que las mujeres burguesas se limitaran a actividades recreativas y adornaran la sociedad. Nacida en El Trébol, provincia de Santa Fe, Emilia demostró desde temprana edad su talento artístico, perfeccionado a través de su formación en el Instituto de Bellas Artes Doménico Morelli. A lo largo de su vida, luchó por encontrar el equilibrio entre el arte encargado y su propia expresión, enfrentando desafíos económicos pero encontrando reconocimiento en el prestigioso Salón Nacional de Buenos Aires. A través de su obra y su vida bohemia en la ciudad porteña, Emilia dejó un legado artístico singular que desafió las convenciones y continúa siendo celebrado en la historia del arte argentino.



Emilia Bertolè: Retratista y poeta en la bohemia porteña


Emilia Bertolè, nacida el 21 de junio de 1896 en El Trébol, provincia de Santa Fe, Argentina, fue una destacada artista argentina de principios del siglo XX. A pesar de las expectativas sociales que limitaban a las mujeres de la clase burguesa a actividades recreativas, Emilia desafió las convenciones y se dedicó a perseguir el arte como una profesión.

La familia de Emilia enfrentó desafíos económicos, mudándose entre diferentes lugares como Rosario, Peyrano, Máximo Paz e incluso una granja en La Pampa. En 1905, se establecieron en Rosario por segunda vez, donde Emilia abandonó la escuela primaria para recibir orientación y educación directa de su madre. Además, estudió en el Instituto de Bellas Artes Doménico Morelli bajo la guía del profesor italiano Mateo Casella.

En 1915, Emilia envió tres de sus obras al prestigioso Salón Nacional de Buenos Aires. Esto marcó su exitosa entrada en el exigente círculo artístico de la capital argentina, ya que una de sus obras ganó el Premio Estímulo del Salón. Al año siguiente, en 1916, viajó a Buenos Aires para cumplir con un encargo específico: pintar el retrato de la esposa de Gregorio Aráoz Alfaro, un reconocido médico a quien Francisco Bertolè, padre de Emilia, había conocido en Rosario y quedó impresionado por el talento de Emilia.

Este encargo marcó el comienzo de la rápida carrera de Emilia como retratista profesional, pero también generó un conflicto interno en ella. Trabajar por encargo significaba tener menos tiempo para dedicarse a sus propias expresiones artísticas. Después de establecerse en Buenos Aires, presentó el retrato de la Sra. Aráoz Alfaro junto con una obra personal titulada «Mi prima Ana» en el Salón Nacional. El jurado aceptó la segunda pero rechazó la primera, destacando la división interna que daría forma a su futuro cuerpo de trabajo, dividida entre encargos comerciales y expresión artística personal.

Emilia entabló amistad con figuras destacadas como Alfredo Bufano, Alfonsina Storni y Horacio Quiroga. Formó parte del grupo Anaconda liderado por Quiroga, quien, al igual que muchos otros, se enamoró de su apariencia «obsesivamente hermosa», según lo descrito por uno de sus admiradores.

En 1927, Emilia publicó su única colección de poemas, «Espejo en sombra». Aunque los poemas seguían las convenciones tardorrománticas que predominaban en la poesía postmodernista argentina de la década anterior, también reflejaban su personalidad artística y sensibilidad visual, utilizando los colores como correlatos simbólicos de los estados emocionales.

Durante la década de 1920, Emilia llevó una vida ocupada y socialmente activa, pero a medida que se acercaban los años 1930, los encargos disminuyeron y la pobreza volvió a afectar a la familia Bertolè. Emilia amplió sus actividades artísticas y comenzó a ilustrar portadas de revistas como El Hogar y Sintonía.

En 1944, circunstancias específicas como la muerte de su padre y la disminución de oportunidades laborales en Buenos Aires la llevaron a regresar a su ciudad natal, Rosario.

Emilia Bertolè falleció en 1949 a la edad de 53 años, dejando un legado artístico que ocupa un lugar único en la historia del arte argentino. Su habilidad artística desafió las expectativas sociales y sus contribuciones al panorama artístico continúan siendo celebradas.


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