Imagina un viaje a través de las vastas llanuras del pensamiento filosófico, donde cada paso revela paisajes de reflexión y sabiduría. En este viaje, nos detenemos en el brillo intemporal de Platón, cuyo legado sigue iluminando el camino hacia un anhelo universal: la felicidad. Más allá de meros destellos emocionales, Platón nos invita a emprender un viaje interior, donde la virtud representa el mapa y la brújula hacia una vida plena. En esta travesía, descubrimos la fascinante interrelación entre la búsqueda de la felicidad y la encarnación de la virtud humana, revelando así un camino ancestral hacia la realización personal y el florecimiento integral.


Imágenes DALL-E de OpenAI 


«La Actualidad de las Virtudes Platónicas y su Vínculo con la Felicidad»


La exploración que Platón reimaginada bajo las preocupaciones contemporáneas da luces sobre cómo sus ideas han trascendido y cómo pueden ser aplicables en el mundo actual. La felicidad, según Platón, no era una búsqueda de gratificaciones transitorias sino un empeño en alcanzar un bienestar duradero, donde la virtud juega un rol central como conductora. Comprender las virtudes platónicas en el mundo de hoy implica una mirada introspectiva y reflexiva sobre cómo nuestras acciones y nuestro carácter se entrelazan con nuestro florecimiento integral.

Primero, consideremos la justicia, una de las cuatro grandes virtudes cardinales en el pensamiento platónico. Para Platón, la justicia no se limita solo a la honestidad o la equidad en el ámbito social y legal, sino que es una armonía ordenada que debe prevalecer en el alma de cada individuo, y por ende, en la sociedad. Traducido a la contemporaneidad, la justicia platónica podría ser vista como un llamado a la coherencia entre nuestros valores y nuestras acciones, una integridad que se evidencia en la honestidad personal y social. En el ámbito profesional, por ejemplo, las prácticas empresariales justas no solo cumplen con los estándares legales, sino que aspiran a un sentido de equidad y de respeto por la dignidad y los derechos de todas las partes interesadas.

La templanza o moderación, otra virtud destacada por Platón, se entiende como el autocontrol y la capacidad de gobernar los deseos y pasiones. En un mundo seducido por el consumo y el placer instantáneo, la templanza podría reinterpretarse no como la negación del placer, sino como una apreciación meditativa de los mismos, donde el placer no ciega sino que acompaña un estilo de vida equilibrado y consciente.

El coraje, entendido no sólo como valentía física sino también como la firmeza de ánimo ante las dificultades morales y las adversidades de la vida, es imprescindible en una época de rápidos cambios e incertidumbre. En el contexto moderno, se valoriza la capacidad de enfrentar los desafíos, ya sean personales, profesionales o sociales, con determinación y también con la disposición para defender el bien común incluso contra las corrientes dominantes.

Finalmente, la sabiduría, que para Platón tiene un lugar preponderante, ya que desde su perspectiva armoniza y ordena las demás virtudes. En un mundo cada vez más complejo e interconectado, la sabiduría no es meramente acumulación de conocimiento, sino la habilidad para discernir, para juzgar con perspectiva y para orientar adecuadamente la propia vida y la de los demás hacia el bien.

La interacción de estas virtudes en el tejido de la vida cotidiana ofrece una estructura para la realización personal y colectiva que sigue siendo relevante. El mensaje implícito en el pensamiento de Platón es que los seres humanos tienen una naturaleza específica y una función que cumplir. Ser virtuoso significa honrar esta naturaleza y aspirar a su pleno desarrollo, lo cual a su vez conduce a la felicidad.

Aplicar estas nociones antiguas al presente es tanto un desafío como una oportunidad. Nos reta a huir del simplismo del hedonismo moderno y a enfocarnos en el desarrollo del carácter y la contribución significativa a la sociedad. Esto podría implicar, por ejemplo, una educación que fomente el pensamiento crítico y la reflexión ética, empresas que midan su éxito no solo en términos financieros sino también en su impacto social y ambiental positivo, y políticas públicas que promuevan la equidad y la integridad.

En suma, la cosmovisión platónica ofrece una perspectiva robusta para el entendimiento de la felicidad que supera el inmediatismo y el individualismo. Nos enseña que las virtudes son relevantes y necesarias, desafiándonos a ser mejores en todas las facetas de la vida. Reconceptualizar estas virtudes en el marco actual no es solo un ejercicio de reinterpretación filosófica, sino una guía práctica para una vida auténticamente feliz y plena.


El CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES