En las serpenteantes y empinadas calles del antiguo Cusco, la historia de Pedro de Loaiza se teje entre sombras de leyenda y realidad. Procurador de oficio, pero pobre de fortuna, Pedro enfrenta una vida de privaciones agravadas por la llegada de un nuevo hijo, anunciada entre bendiciones que parecen más bien maldiciones.

En este entramado de desesperación, surge el indio Choqqe, poseedor de un secreto dorado y ancestral que podría salvar a Pedro y su numerosa familia. Pero el oro de los Incas esconde más que riqueza; lleva consigo antiguas maldiciones y pruebas de carácter que pondrán en juego mucho más que la simple supervivencia de Don Pedro.


El CANDELABRO.ILUMINANDO MENTES 
Imágenes DALL-E de OpenAI 

«Entre la Codicia y el Espíritu: La Saga de un Tesoro Inca»


En la ciudad del Cusco, por la calle Procuradores, vivía un español llamado Pedro de Loaiza. A pesar de su origen y su cargo de procurador, siempre estaba en necesidad económica, a veces sin nada para comer debido a la gran cantidad de hijos que tenía, a quienes ni siquiera podía vestir adecuadamente.

La situación de Don Pedro empeoró cuando su esposa Catalina le anunció: «Esposo mío, una vez más Dios nos está bendiciendo con un hijo». Don Pedro, desesperado, no encontraba alivio ni en la ayuda de sus amigos, pues todos tenían sus propios problemas.

En esa misma ciudad vivía un personaje conocido como el indio Choqqe, quien residía en la Casona que había pertenecido a «Atau Yupanqui», un antiguo general Inca, en lo que hoy se conoce como calle Ataúd. A pesar de su condición de indio, Choqqe nunca mostró signos de necesidad y siempre tenía dinero, aunque no vivía ostentosamente.

Un día, Don Pedro se acercó a Choqqe durante una misa en la parroquia de indios en San Cristóbal y le dijo: «Estimado Choqqe, es un inmenso gusto verte aquí. Mi esposa acaba de tener otro hijo y quisiéramos que fueras su padrino». Choqqe, sorprendido por la noticia de otro hijo pero alegre, aceptó la petición y el bautizo se realizó el mismo día de la fiesta de San Cristóbal.

Con el tiempo, la situación económica de Don Pedro no mejoró, y Choqqe frecuentemente veía a Catalina pidiendo caridad cerca de la Catedral. Una noche, Choqqe invitó a Don Pedro a caminar con los ojos vendados, guiándolo a un lugar secreto donde reveló un tesoro de oro que pertenecía a su antepasado, el Señor Huascar. Instruyó a Don Pedro a tomar solo lo necesario y a mantener los ojos cubiertos durante el camino de regreso.

Gracias a este oro, la vida de Don Pedro mejoró significativamente; sin embargo, Choqqe comenzó a tener malos presagios. Un domingo, Don Pedro le pidió a Choqqe otra visita al tesoro para comprar una casa para su familia, bajo las mismas condiciones de secreto. Durante esta segunda visita, Choqqe notó que Don Pedro dejaba caer granos de maíz para marcar el camino, traicionando su confianza. Furioso, Choqqe rompió su vínculo con Don Pedro y le advirtió que nunca más contara con su ayuda.

Al día siguiente, la policía arrestó a Choqqe por una denuncia de Don Pedro, acusándolo de ocultar un tesoro. A pesar de la tortura, Choqqe nunca confesó y murió a manos de sus captores, dejando atrás la historia de su traición y el secreto del tesoro de Huascar.

La noticia de la muerte del indio Choqqe se esparció rápidamente por Cusco, convirtiéndose en tema de conversación en cada rincón de la ciudad. La comunidad indígena, particularmente resentida por la forma en que había sido tratado uno de los suyos, comenzó a murmurar sobre justicia y venganza. Mientras tanto, Don Pedro, ahora más acaudalado que nunca, se mudó a una nueva casa en las afueras de la ciudad, donde creía que podría escapar del escrutinio público y de la mala fama que había adquirido.

Sin embargo, el oro no trajo paz a la casa de Loaiza. Catalina, perturbada por la muerte de Choqqe y la manera en que su esposo había acumulado su nueva riqueza, comenzó a distanciarse de Don Pedro. Los niños, también afectados por los rumores y el ostracismo de sus pares, se volvieron retraídos y silenciosos.

Una noche, Don Pedro fue visitado en su nuevo hogar por un anciano indio, un curandero conocido en la región por sus profundas conexiones espirituales y su habilidad para comunicarse con el más allá. El anciano le dijo a Don Pedro que el espíritu de Choqqe estaba inquieto y que la maldición del oro pesaría sobre él y su descendencia si no se reparaba el daño hecho. Don Pedro, inicialmente escéptico y desafiante, ignoró la advertencia, considerándola nada más que supersticiones indígenas.

Sin embargo, los siguientes eventos hicieron que reconsiderara su postura. Su hijo más joven, el ahijado de Choqqe, empezó a hablar en sueños, recitando detalles específicos de lugares y eventos que sólo Choqqe podría haber conocido. Además, la fortuna de la familia comenzó a declinar misteriosamente; el oro parecía desvanecerse tan inexplicablemente como había aparecido.

Decidido a poner fin a esta maldición, Don Pedro buscó el consejo del mismo curandero, quien le instruyó realizar un ritual de purificación y devolver el remanente del oro a la tierra sagrada de los Incas, específicamente al lugar donde Choqqe había mostrado el tesoro a Don Pedro. Temeroso y arrepentido, Don Pedro accedió, llevando consigo solo a su hijo más joven, en un intento de limpiar el legado de la familia.

En la oscuridad de la noche, padre e hijo, cubiertos los ojos por vendas como una vez lo había hecho Don Pedro bajo la guía de Choqqe, caminaron hacia el corazón de los Andes. Al llegar, Don Pedro, emocionalmente abrumado, desenterró el lugar donde una vez estuvo el oro y devolvió lo que quedaba, pidiendo perdón a Choqqe y a los espíritus de la tierra.

Cuando el ritual concluyó, una calma inexplicable se asentó sobre ellos. Al regresar a Cusco, Don Pedro encontró que su hogar estaba tranquilo y sus otros hijos dormían pacíficamente. En los días siguientes, la fortuna de la familia Loaiza se estabilizó, aunque nunca volvió a los niveles de opulencia anteriores. Don Pedro dedicó el resto de su vida a ayudar a la comunidad indígena de Cusco, intentando reparar las relaciones y construir puentes donde antes había sembrado discordia.

La leyenda del tesoro de Choqqe se convirtió en una historia cauteladora sobre la avaricia y el respeto por las tradiciones y derechos de los pueblos indígenas, transmitida de generación en generación en el místico Cusco.


El CANDELABRO. ILUMINANDO MENTES

  1. #LeyendaCusqueña
  2. #TesoroInca
  3. #CulturaAndina
  4. #AvariciaYRedención
  5. #MitosPeruanos
  6. #EspiritualidadIndígena
  7. #ColonizaciónEspañola
  8. #FolclorePeruano